Una investigación llevada a cabo por el Equipo de Estudios de Cáritas a lo largo de mayo para conocer cuál es el impacto que la pandemia está teniendo en los hogares acompañados por la organización en todo el país, revela que la tasa de desempleo ha aumentado 20 puntos (8 veces más que en el resto de trabajadores), unas 450.000 personas que viven en hogares apoyados por esta ONG no ingresan ni un solo euro en estos momentos y más de 200.000 no cuentan con conexión a Internet.
Bajo el título ‘La crisis de la Covid-19. El primer impacto en las familias acompañadas por Cáritas’, la investigación evalúa, a través de los datos aportados por 600 entrevistas realizadas en otros tantos hogares de las 17 comunidades autónomas que han sido acompañados por Cáritas en el último año, los impactos que la crisis está teniendo en siete ámbitos: empleo, situación económica, vivienda, convivencia y cuidados, educación y brecha digital, redes de apoyo y solidaridad, y salud. El estudio se cierra con un capítulo dedicado a analizar las expectativas ante el futuro que manifiestan los encuestados.
La paralización de una parte importante de la economía a causa del coronavirus ha provocado una rápida subida del desempleo.
Si en el conjunto de la sociedad española se ha registrado una subida de 2,5 puntos porcentuales en la tasa de paro entre los meses de febrero y abril, en la población acompañada por Cáritas el aumento ha sido de 20 puntos porcentuales. Es decir, el incremento es 8 veces superior entre la población más vulnerable, con un índice de paro del 73%, que en la población en general.
Asimismo, Cáritas alerta de que el impacto de la crisis en los ingresos de los hogares ha sido de tal envergadura que ha provocado que 3 de cada 10 hogares no dispongan ahora mismo de ningún ingreso. Aproximadamente, 450.000 personas que residen en hogares acompañados por Cáritas no ingresan ni un solo euro en estos momentos, lo que representa un incremento del 136%. Las familias con ingresos han visto cómo estos se reducían un 33% desde el inicio de la crisis.
La merma más importante se ha producido en los ingresos procedentes del empleo formal, que han caído casi la mitad, y en los ingresos de los empleos informales que las familias utilizan como estrategia de supervivencia, que se han visto reducidos un 71%. «La dinámica de desaparición o reducción de los ingresos ha incrementado aún más la situación pre-existente de pobreza relativa y pobreza severa», lamenta la ONG.
Así, la pobreza severa (menos de 370 euros para una persona y menos de 776 euros para dos adultos y dos menores de edad) se ha incrementado un 30% y alcanza en estos momentos a un millón de personas entre las familias que Cáritas está acompañando.
Esta «notable» reducción de los ingresos provoca graves consecuencias añadidas en las familias, que se manifiesta en la imposibilidad de llevar una dieta adecuada (50%) o de comprar medicamentos (20%).
El informe también desvela que más de 700.000 personas acompañadas por Cáritas residen en hogares que no disponen de dinero para pagar la vivienda ni los suministros. De hecho, una de cada cuatro familias (24%) puede verse obligada en el corto plazo a tener que abandonar su vivienda, ya sea por desahucio o por tener que buscar otra con costes aún más reducidos.
Del mismo modo, la crisis de la COVID-19 y las medidas de confinamiento han dificultado la convivencia y la conciliación de la vida laboral y familiar, lo que ha provocado un aumento de los conflictos en un 19% y la imposibilidad de compatibilizar el trabajo con el cuidado de hijos: un 18% de los hogares con menores de edad acompañados por Cáritas ha tenido que renunciar a un trabajo para hacerse cargo de los niños.
EDUCACIÓN Y BRECHA DIGITAL
Con respecto a la educación, el informe recoge que en uno de cada tres hogares ha bajado el rendimiento escolar. Los estudiantes han tenido dificultades para seguir el ritmo docente desde casa, tanto por carecer de dispositivos electrónicos y/o conexión a Internet, como por dificultades personales.
Se constata, también, la persistencia de la brecha digital: más de 200.000 personas que residen en el 14% de los hogares acompañados por Cáritas no cuentan con conexión a Internet y cerca de la mitad (46%) no tiene habilidades para realizar trámites administrativos por esta vía.
Esta brecha digital ha alcanzado un impacto «excepcional», según Cáritas, durante esta crisis, en la que el seguimiento escolar y los trámites con la Administración y otras instituciones (solicitud de ayudas, búsqueda de empleo) han requerido la disponibilidad y la habilidad de la interacción digital.
Como consecuencia de ello, 3 de cada 10 hogares afirman haber perdido oportunidades de empleo y formación. Y una cuarta parte no ha podido acceder a determinadas ayudas de la Administración por el mismo motivo.
LAZOS FAMILIARES, SALUD Y EXPECTATIVAS DE FUTURO
En el lado positivo, el estudio confirma que la crisis ha reforzado los lazos familiares y comunitarios. Sin embargo, esa intensificación de relaciones no se plasma en efectivas redes de apoyo que puedan brindar ayuda por el desgaste al que están siendo sometidos los hogares. Así, por ejemplo, 7 de cada 10 familias encuestadas no tendrían a quién recurrir en caso de necesitar un préstamo ocasional de dinero.
En cualquier caso, la crisis y el confinamiento están teniendo un impacto negativo sobre la salud, especialmente sobre el estado psico-emocional de los hogares. Así, 1 de cada 4 hogares ha visto como empeoraba el estado físico general de sus miembros y en 6 de cada 10, la crisis ha provocado un incremento de la ansiedad y/o la dificultad para dormir.
En estrecha relación con el estado de salud, a veces como causa y a veces como efecto, se han incrementado los conflictos en el seno del hogar.
El último apartado de la investigación aborda las expectativas de futuro expresadas por los encuestados, «que se observa con más incertidumbre que nunca».
La realidad inestable e insegura en la que se desarrolla la vida cotidiana de muchas de las familias acompañadas por Cáritas, junto con la incertidumbre añadida por la crisis, han provocado que la preocupación y el miedo hayan ganado posiciones de cara al futuro próximo.
Aunque, frente a las debilidades de las propias condiciones de vida de las familias y a las amenazas del futuro incierto, 9 de cada 10 personas observan el horizonte vital con la esperanza de poder avanzar hacia una vida mejor en una comunidad mejor.