Seguro que en más de una ocasión has ido a un bar, has pedido una ración y te has dado cuenta de que falta o sobra una unidad, de manera que es imposible hacer una repartición equitativa. Esto es algo que ocurre con las gambas, las albóndigas, las croquetas e incluso con las lonchas de embutido.
Es una práctica muy habitual en los establecimientos de hostelería y, aunque a los clientes les saca de quicio, existe una razón de peso para que sea así. Es una estrategia para vender más raciones. La próxima vez que vayas a un establecimiento de hostelería y pidas una ración con tus amigos o familia, lo más seguro es que el número de unidades sea impar.
Claro que, en función de las personas que seáis, quizá el bar os sirva un número de unidades par. El objetivo es que surja conflicto porque la cantidad a repartir nunca es igual. Así, para equilibrar el sobrante que falta o que queda, los clientes tienden a pedir otra ración.