Consumir sal nos pone de muy buen humor. Es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores de la Universidad de Iowa. En una serie de experimentos con ratas de labororio, Kim Johnson y sus compañeros comprobaron que cuando a estos animales les falta cloruro sódico, rehuyen de actividades que antes les divertían. Esto, les lleva a pensar que el déficit de sal asociado a ello puede inducir depresión. Que la sal mejore el estado de ánimo podría explicar por qué tendemos a consumir más de la cuenta, incluso cuando sabemos que eleva nuestra presión arterial y favorece el desarrollo de patologías cardíacas.