La semana pasada una delegación de la fuerza aérea de Corea del Sur (ROKAF) ha visitado la base aérea de Zaragoza, en concreto el Ala 31, para interesarse por las aeronaves que opera esta unidad del Ejército del Aire y del Espacio. El Airbus A-400M. Detrás de este interés de los coreanos esta el concurso en el que esta inmersa la ROKAF para sustituir a sus Hércules. Por la misma circunstancia pasó el Ala 31 hace unos años, de ahí el interés del país asiático. En este concurso también participan el C-130-J de la estadounidense Lockheed Martin y el C-290 de la brasileña Embraer.
El ministerio de Defensa confirmo hace pocas semanas la posibilidad de deshacerse de trece de los 27 Airbus A-400M contratados en su momento. Algunos de estos trece aparatos podrían ser los adquiridos por la fuerza aérea asiática. Los otros 14 aparatos van a ser operados por la citada Ala de transporte del Ejército del Aire. Trece de ellos ya están en la base aérea de Zaragoza y solo uno más está pendiente de ser entregado por parte de Airbus.
Cuando se inicio el programa de construcción de este avión de transporte táctico, España apostó por hacerse con la línea de ensamblaje final. A nuestro favor jugaba la experiencia de Construcciones Aeronáuticas (CASA), que fabricaba ya por entonces el C-295, que aún se sigue construyendo en Sevilla, y la existencia de dos grandes factorías de Airbus en los otros dos países socios. Hamburgo en Alemania y Toulouse en Francia. Los socios europeos exigieron al gobierno español de entonces la contratación de un elevado número de unidades. Todo esto explica la cantidad de 27 aparatos pedidos para nuestro Ejército del Aire. Finalmente se consiguió que la línea final del montaje del A-400M estuviera en el aeropuerto sevillano de San Pablo. Con una gran inversión de la multinacional europea se construyó una nueva planta industrial de la que salen todos los A-400M.
Pero quizás la reducción del número de aviones operados por nuestro Ejército del Aire no es la mejor opción. El A-400M ha demostrado ser un gran avión en operaciones como la evacuación del aeropuerto de Kabul, en Afganistán, o el transporte de material sanitario en los peores momentos de la pandemia causada por la COVID-19. Nuestra fuerza aérea cuenta con instalaciones infrautilizadas, como por ejemplo la base aérea de Villanubla, en Valladolid, desde donde podrían operar los A-400M pendientes de entrega en una unidad gemela al Ala 31 de Zaragoza. Personal cualificado tampoco sería complicado de conseguir, puesto que el Ejército del Aire cuenta con instituciones suficientemente capaces de instruir al personal necesario en un plazo razonable de tiempo. El Grupo de Escuelas de Matacán, en Salamanca, y la Academia Básica del Aire, en León, son capaces de formar las tripulaciones y el personal de mantenimiento, respectivamente, necesarios para completar una nueva unidad de transporte basada en el personal del Ala 37, que se encuentra infrautilizado en la base aérea de Villanubla, como ya hemos comentado.
Las capacidades que aportarían estos trece A-400M adicionales a la defensa nacional serian claves en el mantenimiento de las numerosas misiones internacionales que actualmente llevan a cabo las fuerzas armadas españolas. En primer lugar el Ejército de Tierra, desplegado hoy por hoy en Letonia, Líbano, Irak y Mali entre otros escenarios, necesita una amplia flota de aviones de transporte de gran capacidad para mantener las cadenas logísticas de esos destacamentos y asegurar sus relevos. Por si esto fuera poco el propio Ejército del Aire debe mantener destacamentos aéreos en bases tan alejadas de la Península Ibérica como Yibuti o Senegal, a lo que hay que añadir los continuos despliegues de aviones de combate en Estonia, Lituania, Bulgaria y Rumanía.
A todo esto hay que añadir las misiones de reabastecimiento en vuelo, que también realizan los A-400M, y que son un elemento multiplicador clave en la operación de los aviones de combate.
Además, si el Ejército del Aire y del Espacio es capaz de operar el total de los 27 A-400M contratados en su momento, España contaría con una capacidad de despliegue inmediato de tropas a cualquier lugar del mundo al alcance de muy pocos países.
En definitiva, una oportunidad de apostar por unas fuerzas armadas relevantes, que aporten una capacidad determinante a la política exterior de España y por tanto a la seguridad de todos los españoles.