UPN parece no encauzar su situación. El partido regionalista se presenta por primera vez en 28 años con serias dificultades para alcanzar el poder en Navarra. Recuerden que en 1991 ganaron por primera vez unas autonómicas gracias a su pacto con el PP y por la decisión del PSN de no acordar con Herri Batasuna.
En 1995 perdieron el trono, pero solo durante un año porque Ferraz exigió a los socialistas navarros que permitiesen el poder del regionalista Miguel Sanz, que se mantuvo en el poder hasta 2011. Lo hizo gracias al cordón sanitario del PSN a la izquierda abertzale, 1999; a la ilegalización de los herederos de HB, 2003; y al ‘agostazo’.
Este ‘agostazo’ sucedió en 2007: el PSN, Nafarroa Bai (coalición vasquista que no incluía a HB) e Izquierda Unida habían acordado un pacto de progreso, pero José Blanco desde Ferraz pactó con UPN, que rompió con el PP y se mantuvo contra pronóstico en el poder.
Esta herida pasó factura a los socialistas, que perdieron a centenares de afiliados, especialmente en la Ribera. También hubo serios enfados en la localidad del hombre fuerte del PSN, Santos Cerdán, Milagro.
En 2011 UPN y PSN alcanzaron un pacto de Gobierno, pero el vicepresidente socialista Roberto Jiménez fue destituido y prometió nuevas elecciones, impedidas de nuevo por Ferraz. En 2015, un pacto de progreso en el los socialistas eran al fin prescindibles, posibilitó la caída del bipartidismo tras 32 años de reparto del poder.
NAVARRA SUMA, ¿LA ÚLTIMA BALA DE UPN?
Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra han terminado sin estridencias la legislatura pese a los problemas internos del partido de Pablo Iglesias y la dura oposición de UPN, que mentó el 155 en Navarra, protestó por la retirada de la ‘laureada’ del Parlamento foral y cargó contra el Ejecutivo por la decisión de exhumar a Sanjurjo.
Pero las pésimas previsiones de UPN, que había criminalizado a «los vascos» y se dio de bruces contra el buen funcionamiento de la economía navarra, levantó la señal de alarma en el partido que lidera Javier Esparza, que de espaldas a sus bases tejió un acuerdo con el PP, al que la mayoría de los sondeos le daban cero escaños en Navarra, y firmó un pacto con Cs, ‘antifuerista’.
Este apretón de manos ‘antinatura’ entre UPN y Ciudadanos desdibuja los principios fundacionales de los regionalistas, que acaban de cumplir cuarenta años. Este hecho ha despertado ciertos enfados en algunos cuadros medios del partido navarro.
UN ‘CUATRIPARTITO LIGHT’, LA OPCIÓN MÁS VIABLE PARA EL 26-M
Javier Esparza ha centrado parte de su discurso en los últimos cuatro años en contra de los socialistas pese a que María Chivite se ha mostrado muy crítica contra la presidenta Uxue Barkos. Cierto es que varios asuntos de la política estatal no han ayudado a UPN.
El triunfo de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, en la moción de censura de 2018 y en las generales del pasado 28 de abril refuerzan la figura de Santos Cerdán, hombre fuerte del PSN y persona muy crítica contra los partidos conservadores. Este hecho podría dejar las manos libres a la socialista María Chivite a la hora de negociar en Navarra.
UPN se presenta por primera vez a unas elecciones en 28 años con escasas opciones de triunfar: Navarra Suma mantuvo los representantes del centro-derecha en las pasadas generales, pero la suma de UPN, PP y Ciudadanos se dejó más de 20.000 votos respecto a 2016.
Una encuesta de Diario de Navarra, publicada el pasado domingo y realizada antes de las generales, pronostica que Navarra Suma podría alcanzar entre 18 y 19 escaños, que no sumaría ni con el posible diputado que conseguiría Vox, que no llegó al 5% en las generales (a las forales se exige tan solo el 3%).
El Gobierno más factible se dibuja en el centro-izquierda: Geroa Bai sumaría entre 9 y 10 escaños, por lo cual Uxue Barkos podría mantenerse en la presidencia con el apoyo del PSN (9), Podemos (4) e Izquierda-Ezkerra (1-2), y con la abstención de EH Bildu (8).
Este sondeo se ha recibido con cierto escepticismo en algunos sectores de la política navarra: en Izquierda-Ezkerra cuentan con sondeos internos que elevan sus escaños a cuatro, tal y como señalan fuentes de la coalición a Moncloa.com, y en Vox creen que entrarán con más fuerza de la que se le presume.
También Geroa Bai busca rentabilizar los cuatro años de poder de Uxue Barkos, EH Bildu descarta perder apoyos tras su buen resultado el 28-A y en el PSN el calculado retraso de Pedro Sánchez para cerrar pactos estatales podría pasarles factura.
EL PSN PROMETE QUE NO INVESTIRÁ A ESPARZA
La candidata socialista María Chivite ha dejado claro que no investirá al regionalista Javier Esparza: «Internamente en el PSN está claro que no apoyaríamos una investidura de Esparza. En el momento en que UPN pactó para España, para Navarra y para los ayuntamientos con el PP se dejó una posición muy clara internamente. No vamos a hacer a Esparza presidente».
El PSN quiere recuperar apoyos en la izquierda tras sus reiterados incumplimientos. En la sede del Paseo Sarasate quieren recuperar el tirón entre las filas progresistas después de perder 20 puntos entre 1991 y 2015.
Para ello quieren rentabilizar el tirón de Pedro Sánchez en las generales y aprovecharse del presumible desgaste de Podemos tras sus problemas en Navarra. En ese mismo caladero quieren beber Geroa Bai e Izquierda-Ezkerra, que creen que miles de votantes al PSOE el 28-A no confiarán en María Chivite por los palos en las ruedas que le ha puesto a Uxue Barkos en los últimos cuatro años.