Obviamente hablamos de unas maniobras del Grupo Anfibio Aeronaval de la Armada española, a la que se han añadido helicópteros de ataque Tigre del Ejército de Tierra, que van embarcados a bordo del navío insignia, el “Juan Carlos I”. También los navíos españoles siguen la ruta que efectuó en 1793 otra potente Flota española, al mando del almirante Lángara
Esta fase de maniobras navales se desarrollan, en el marco del macro despliegue del grueso de la capacidad de proyección de la Armada en el Mediterráneo, que se denomina como “Dédalo-23”, que se está desarrollando a lo largo del primer trimestre de este año. El objetivo es incrementar adiestramiento de las unidades y profesionales desplegados, y mostrar el firme compromiso de España con la Política de Disuasión y Defensa de la OTAN.
Además, este despliegue servirá para preparar la calificación y certificación del Grupo Anfibio Aeronaval para su posterior incorporación en la iniciativa de preparación de la Alianza o NATO Readiness Initiative (NRI) durante el año 2024, así como fortalecer la imagen de las Fuerzas Armadas españolas en su conjunto en el contexto internacional.
El Grupo, al mando del contralmirante Gonzalo Villar, está articulado en torno al citado navío de asalto anfibio o Landing Helicopter Dock (LHD) “Juan Carlos I” y los dos de la clase “Galicia”, el que da nombre a su tipo, y el “Castilla”, o Landing Platform Dock (LPD), según la extendida designación que da la OTAN. Como escoltas se cuentan con lasfragatas “Victoria” y “Blas de Lezo”, además también está presente el buque de aprovisionamiento al combate “Cantabria”, Entre dichos navíos de reparte una Unidad Aérea Embarcada (UAEMB) compuesta por aviones de combate Boeing AV-8B+ Harrier II y helicópteros Sikorsky SH-60F y SH.60B, a los que suman a bordo del LHD, un destacamento de helicópteros de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET).
La proyección sobre tierra es misión del Batallón Reforzado de Desembarco de Infantería de Marina, conformado por trescientos cincuenta infantes de marina y cuarenta vehículos del Tercio de Armada (TEAR), cuyo despliegue y operaciones fueron apoyados por los citados Harrier II y los helicópteros de ataque Airbus Helicopters EC665 Tigre de las FAMET.
Adicionalmente, el submarino ‘Tramontana’ tiene prevista su integración en las próximas semanas.
Desde su salida de Rota (Cádiz) se han llevado a cabo operaciones anfibias a lo largo del litoral español en Almería, Cartagena y Mallorca. Entre el 23 y 27 de enero la acción se trasladaba a las costas de la isla de Córcega y de la ciudad del sur del país de Tolón, donde se realizaron diversas modalidades de operaciones anfibias aprovechando las capacidades del Grupo de Combate Expedicionario.
Durante esa fase las lanchas de desembarco LCM del Grupo Naval de Playa y lanchas rápidas ‘Supercat’, así como los citados helicópteros de la Flotilla de Aeronaves (FLOAN) han permitido proyectar el poder naval sobre el territorio francés. Entre las operaciones llevadas a cabo destacan los “raids” o “golpes de mano”, consistentes en la inserción por sorpresa en tierra de la Fuerza de Desembarco. También se han practicado operaciones de evacuación de no combatientes o Noncombatant Evacuation Operations (NEO), cuya finalidad reside en la reubicación de personal civil ante situaciones de riesgo en territorio extranjero.
Curiosamente este mismo periplo y el desembarco lo realizaba en agosto de 1793 otra poderosa flota de la Armada española formada por 32 navíos de vela, en los que iban embarcados 7.000 efectivos, mandada por los almirantes Gravina y Langara. Tras la ejecución de Luis XVI, en plena Revolución francesa, se produjeron rebeliones en el sur de Francia, que incluyeron la toma de Tolón por los realistas, que enseguida pidieron ayuda a la coalición de naciones que luchaban contra la República francesa. Así se formó una flota aliada por parte de: Gran Bretaña, España, Nápoles y Piamonte-Cerdeña que llegó a Tolón con 22.000 militares, que tenían como objetivo derrotar a la Convención y restaurar la monarquía en Francia.
Los aliados, con ayuda de los realistas, defendieron la plaza contra las fuerzas republicanas, pero tuvieron que ceder ante el empuje del ejército enemigo desde el momento en que fue comandado por un entonces casi desconocido Napoleón Bonaparte. Con los revolucionarios llegando al puerto en diciembre, los toloneses destruyeron la flota francesa anclada, en esta tradicional base naval gala, con el propósito de que así los revolucionarios no los pudieran usar, y los aliados evacuaron en total desorden y caos no solo a sus tropas supervivientes sino también a parte de los tolonenses realistas. En la acción militar españoles tuvieron unas 1.200 bajas entre muertos y heridos.
230 años después, afortunadamente ya sin una guerra por medio, el ‘Dédalo 23’ está demostrando la interoperabilidad con nuestros aliados franceses, como se ha podido ver intercambiando sus helicópteros embarcados, operando los NH90 del Ejército francés basados en el navío anfibio “Tonnerre”, desde el “Juan Carlos I”.
Así mismo, un equipo conjunto de buceadores de combate hispano-francés realizó los reconocimientos hidrográficos previos a los desembarcos. Durante los últimos días, los buques españoles también desarrollaron ejercicios en la mar con varios buques italianos: el destructor “Caio Duilio”, el anfibio “San Giusto”’ y el modernísimo patrullera de altura “Paolo Thaon de Revel”; y con el destructor antiaéreo francés “Chevalier Paul”’.