Un 30 por ciento de los niños y adolescentes aislados o en cuarentena como consecuencia de la pandemia de Covid-19, la enfermedad que provoca el nuevo coronavirus, podrían presentan síntomas de estrés postraumático y el 85 por ciento de ellos tienen padres también con dicha sintomatología.
Así se ha puesto de manifiesto durante el ‘webinar’ ‘Duelo y Trauma en la Infancia y Adolescencia en los Tiempos de COVID- 19’, el primero de una serie de encuentros organizados por la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente (AEPNYA), con el patrocinio de la biofarmacéutica Takeda.
«Nos estamos enfrentando a una situación sin precedentes, una pandemia que no permite a los niños y adolescentes visitar a sus seres queridos o participar de los rituales de despedida y que les impide acudir a la escuela o salir a la calle a realizar actividades de ocio, pero que mantiene las conexiones digitales que posibilitan el acceso a la información», ha comentado la médico psiquiatra del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y portavoz de AEPNYA, Abigail Huertas Patón.
A su juicio, existe una «necesidad urgente» de disminuir grietas en el sistema de salud mental para enfrentarse a este desafío «sin precedentes» y evitar que esta situación «tan estresante» alcance niveles traumáticos en los pacientes.
Dicho esto, la experta ha aseverado que el pediatra o el médico de Atención Primaria están en un lugar privilegiado por su accesibilidad, proximidad y conocimiento previo de la familia, si bien ha lamentado que la mayoría se sienten «inseguros» en la detección y el manejo de los problemas de salud mental de los niños y adolescentes, por lo que ha destacado la importancia de prestarles asesoramiento y apoyo.
COLECTIVOS VULNERABLES
Uno de los colectivos más vulnerables ante las situaciones derivadas de la pandemia por Covid-19 son los niños con autismo y discapacidad intelectual, un grupo de pacientes que presenta una alta dependencia de los adultos de su entorno, de los recursos de salud mental y también de los médicos y educadores sociales.
«El confinamiento ha supuesto una ruptura inmediata y dramática con las rutinas de estos niños y sus familias provocando realidades hace unos meses impensables, como la disminución o incluso eliminación de los recursos de salud mental, el difícil acceso a la atención médica para las frecuentes patologías asociadas, la brusca cesación de las escuelas de educación especial o de los programas integrados en escuelas ordinarias o la supresión de los recursos de respiro y apoyo social», ha explicado la doctora.
Los niños y adolescentes con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) son otro de los grupos que más pueden acusar las consecuencias de la cuarentena, los cuales pueden presentar mayor riesgo de desbordamiento conductual, desorganización y abuso de nuevas tecnologías, de difícil manejo familiar en situación de confinamiento.
«Las dificultades atencionales y motivacionales pueden suponer un gran desafío en el seguimiento de la enseñanza a distancia. Asimismo, especialmente los adolescentes con mayores niveles de impulsividad y conductas de búsqueda de riesgo pueden requerir especial atención en aras a mejorar su bienestar emocional y conductual. En ocasiones, esta población presenta además problemas de adherencia terapéutica, que a su vez podría suponer falta de cumplimiento de las medidas preventivas del COVID-19, incrementando los riesgos sobre su salud», ha subrayado Huertas.
Finalmente, durante el encuentro se ha evidenciado que un 30 por ciento de los niños y adolescentes que recibía atención psiquiátrica antes de la cuarentena han presentado mejoría coincidiendo con el confinamiento. «Es posible que estuviesen sometidos a elevadas exigencias ambientales y que el tiempo compartido con sus progenitores les esté ayudando. También creemos que los sentimientos de miedo, ansiedad y preocupación, así como de tristeza ante la pérdida de un ser querido, no tienen por qué ser causa de complicaciones si el entorno social de los niños y adolescentes es sensible a sus necesidades», ha zanjado la doctora.