El PSOE incuba una guerra civil que más de un socialista lleva tiempo esperando. El PSC se ha convertido en el hermano «radical» del Partido Socialista Obrero Español hasta el extremo de que ha tomado un papel «excesivamente» protagonista durante la negociación de los Presupuestos Generales del Estado con ERC. Los socialistas más moderados (liderados por el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page) están muy descontentos con el resultado. Los delitos de malversación y sedición son la primera piedra del muro, pero el referéndum ha sido la gota que ha colmado el vaso. Ahora mismo, el PSOE está haciendo malabares para evitar la guerra civil entre los moderados y el PSC. Y Salvador Illa ha sido quien ha dado el pistoletazo de salida a esta batalla.
El exministro de Sanidad ha puesto la guinda del pastel. La entrega del PSOE a ERC en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado ha hecho el resto. Salvador Illa ha reconocido que habrá una «consulta» a los catalanes mientras que el Gobierno se ha dedicado a satisfacer las exigencias de los de Oriol Junqueras en asuntos como el delito de malversación o el de sedición. Todo esto ha dejado claro que los socialistas no han tenido ningún problema en dar concesiones a los independentistas, pero el PSC ha tenido un papel muy potente en estas concesiones y en estas negociaciones. Ellos son los primeros que simpatizan con el nacionalismo catalán, una acusación que se empieza a escuchar con más fuerza.
Las palabras de Illa, del PSC, han dejado claro que los socialistas catalanes están encantados con el resultado de las negociaciones. Pero tampoco han dejado de lado el papel de Miquel Iceta, el ministro de Cultura que más ha simpatizado con el catalanismo de todos los miembros del Gobierno. Durante todas estas concesiones que el Gobierno ha dado a ERC, como rebajar la pena por el delito de malversación o hacer desaparecer el delito de sedición para beneficiar a los líderes del procés condenados, el PSC ha ejercido un nivel de presión elevado sobre el partido para que todo llegara a buen puerto, incluida esa consulta que se espera en Cataluña más pronto que tarde. El hecho de que Sánchez haya hecho caso a las presiones del PSC y el «hermanamiento» de los socialistas catalanes con los independentistas de ERC han molestado, y mucho, en el seno del partido. Pero Ferraz de momento mira para otro lado.
En Ferraz llevan tiempo pagando «la cuota» al PSC. Así se llama y se ve en el seno del PSOE. Que le tuvieran que dar un ministerio a Salvador Illa para después darle otro tras su salida a Miquel Iceta no fue más que el pago directo de una «cuota» para que los socialistas catalanes no vayan por libre. La delegación catalana del PSOE es importante para la formación. Pero al igual que hace ERC con los Presupuestos, lleva tiempo presionando a los socialistas con su peso en Cataluña para conseguir todas las concesiones posibles. Y el problema ahora es que la consulta a los catalanes es algo que gusta en el seno del PSC. Han presionado para llevarla a cabo.
Los socialistas catalanes celebran la idea de la consulta porque la pueden vender como que no es un referéndum vinculante. El miedo en el ala moderada socialista no es solo que los catalanistas sigan marcando la hoja de ruta junto con otros partidos independentistas como ERC, sino que esa consulta salga favorable a los intereses de los separatistas por, precisamente, no ser vinculante. Sea como sea, lo cierto es que en el PSOE se cuece una guerra civil porque hay más de uno que ha levantado la voz a nivel interno para que se entierre un poco la voz y el voto de los socialistas catalanes que siempre reman hacia intereses nacionalistas. Empezando por Emiliano García-Page, pasando por el presidente de Aragón, Javier Lambán o por algún que otro alcalde como Óscar Puente, de Valladolid.