¿Te has preguntado alguna vez por qué a algunos homosexuales se les dice que tienen pluma? Este término está muy relacionado con la homofobia, pues se usa para categorizar a una persona por sus actitudes. Sirve para aumentar el discurso de odio que da lugar a la discriminación. De hecho, muchas son las culturas que se empeñan en considerar a las personas LGTBI como diferentes, en muchas ocasiones, ni siquiera la ley los ampara.
Pero, ¿por qué esta discriminación? A través de solo un término, viene detrás toda una historia de desigualdad y falta de oportunidades. Poco a poco, parece que esto va cambiando, aunque todo sigue dependiendo del sitio del mundo en el que se haya nacido. Parece mentira, de hecho, que una palabra que sirve como discriminación se utilice incluso entre los homosexuales para condenar las conductas más afeminadas de otros.
Importantes partes del mundo tienen estrecha relación con este tema y siguen condenando la homosexualidad. Descubre por qué a algunos homosexuales se les dice que tienen pluma y a otros no.
Origen de la homofobia hacia los homosexuales
Para entender el término en su extensión, primero tenemos que conocer el origen de la homofobia. Este término se acuñó en el año 1967 por el doctor Wainwright Churchill. El uso actual que se le da a la palabra se define como el estigma o prejuicios a los que se ven sometidas las personas homosexuales. A pesar de contener el término fobia, no tiene tanto que ver con ese temor irracional que implica la palabra como sí con la alimentación de los discursos de odio relacionados con este grupo de la población.
Este concepto esconde detrás mucho más de lo que pueda parecer. Engloba los prejuicios y la discriminación sexual, lo que indica la diferencia entre una concepción individual y la construcción social que se ha ido transmitiendo de generación en generación con el objetivo de aumentar el odio hacia ese grupo de personas que en muchas sociedades se califican como diferentes. De hecho, incluso la sociedad más avanzada cuenta entre sus filas con personas contrarias a los homosexuales.
Calificar a alguien de tener pluma es, por tanto, la representación de ese odio y discriminación intrínsecos que tiene una buena parte de la sociedad mundial. No importa el lugar en el que nos encontremos, pues siempre escucharemos un descalificativo o incluso leyes completas que condenan a ese grupo de personas.
Prejuicios y sexismo escondidos tras el término «tener pluma»
La religión ha tenido mucho que ver en la construcción de estos prejuicios. Además, la homofobia es una forma más de sexismo. Tener pluma se refiere a hombres que son más afeminados. Esto, por tanto, es una forma de descalificarlos por parecerse a las mujeres, a las que hacen de menos en sus discursos, muchas veces, sin ni siquiera pensarlo. Varios estudios relacionados con la homofobia demuestran que son los hombres los que más condenan a aquellos que no siguen las pautas de masculinidad dominante.
Ese temor y odio que se presentan ante los homosexuales vienen motivados, por tanto, por el rechazo que se tiene hacia los rasgos o comportamientos femeninos. Tener pluma es la clara constancia de ese temor que sufren muchos hombres porque se les pueda considerar femeninos o incluso menos hombres. Este temor irracional es el principal causante de los crímenes motivados por la homofobia.
Las personas que son homófobas se motivan por ese deseo de conservar los roles de género tradicionales. Aquellos que dictan el cómo debe ser un hombre de verdad y cómo debe comportarse, tanto él como la mujer. Cuando se acepta y comprende a los homosexuales, se demuestra que somos capaces de cuestionarnos estas tradiciones, cambiando eso que hemos aprendido con anterioridad. Por eso cuesta tanto la aceptación.
La pluma y el odio a los homosexuales
Hace años que, al hablar de los homosexuales, se les diferencia en dos grandes grupos: los que tienen pluma y los que no. Tanto se ha extendido el término que ahora es usado como un insulto. La palabra se asocia de forma directa a la aparición de ciertos rasgos femeninos en los hombres, acompañados de más ademanes. Aunque no hay una teoría general sobre su origen, sí que existen pinceladas de varios momentos de la historia donde podría haber surgido.
Por ejemplo, una de ellas es la que se relaciona con las plumas que vestían las vedettes en su origen. Otra hace relación a los tiempos de la Guerra Civil Española, en la que había varios soldados italianos en las tropas de Franco. Estos llevaban siempre plumas en su casco, y también se caracterizaban por emplear perfumes. Pero también puede haber una relación con la pluma en sí. Esta suele ser extravagante, elegante, delicada… Es decir, en muchas ocasiones, se relaciona directamente con lo femenino. El machismo es, por tanto, la base fundamental de calificar a los homosexuales bajo estos términos. Se denigra lo femenino y se ensalza la masculinidad dominante.
Pero, visto lo visto, ¿tiene algo de malo tener pluma? Lo cierto es que no. Debemos comprender que cada persona es como es y sus características van ligadas a ella. Cuando una persona se comporta como es, de forma libre, está dando un golpe en la mesa reivindicando su derecho a ser uno mismo.
Base biológica del término «tener pluma»
El origen del término tener pluma es una forma de condenar a los homosexuales por parecerse a las mujeres. Aunque no es nada malo, tampoco es algo que se pueda o no elegir. De hecho, este comportamiento no va ligado a una base biológica ni genética. Es una forma de reivindicar la pertenencia a un grupo, que sería el colectivo homosexual.
Antes, a los homosexuales se les solía identificar por sus gestos, su forma de hablar, el tono de su voz, sus andares, etc. Sin embargo, ahora que sabemos que no la pluma no tiene por qué ir ligada a la homosexualidad, esto debería dejar de hacerse.
Tal ha sido el rechazo creado por tener pluma, que incluso los mismos homosexuales huyen de la misma. Existe una gran cantidad de gays «plumofóbicos», y esto no es más que el rechazo hacia otros homosexuales que tienen comportamientos más femeninos. Otra muestra del daño que puede hacer la sociedad.