Han pasado ya semanas desde el sonado portazo de la que fuera candidata de Vox al Parlamento andaluz. Macarena Olona, brillante abogada del estado puso pie en pared ante el insoportable clima que inspiraba Ortega Smith como Secretario General de Vox. Renunció a su militancia y algo de razón llevaría porque al poco tiempo Santiago Abascal abandonó el inmovilismo al que nos tiene acostumbrado y ofreció la cabeza de su número dos, Ortega Smith y le sustituyó por el portavoz catalán de la marca verde.
Olana que disfrutó de las mieles de la atención pública no quiso regresar a su plaza de funcionaria y comenzó un ciclo de conferencias y viajes que le mantuvieron en el candelero por un tiempo. Sin embargo, como todo en la vida, si a un fuego no le echas leña acaba extinguiéndose. Y eso es lo que le está pasando a Macarena.
Nadie sin un cargo público, sin un atril al que recurrir y sin un partido que te arrope es capaz de mantener la atención del foco público indefinidamente. Ni el extinto vicepresidente morado ha sido capaz de seguir copando portadas más allá de chistosos tuits de matón de segunda que últimamente dedica a su antigua camarada Yolanda Díaz.
Los políticos dimisionarios siempre tienen algo que les impide dimitir del todo. Las mieles del poder y de la fama arraigan dentro de ellos y aunque se afanan en aparentar ajenos a toda batalla política, nunca desaparecen. Todos viven del recuerdo de cuando fueron alguien y sus palabras eran incontestadas. Cuando sus malos chistes eran reídos por todos al unísono y cuando sus caprichos eran satisfechos al minuto por cualquier abnegado asesor.
Olona es cada vez más Macarena. El anonimato le acecha poniendo en peligro su asociación incipiente, o partido o lo que sea. Quien le haya aconsejado quizás de ideología sepa, no lo dudo, pero de tiempos escasea. Pretender llegar viva, con interés mediático y copando titulares hasta las elecciones generales es cuanto menos misión imposible. Y en Vox lo saben. Por eso han mandado callar a todos sus dirigentes. Cada vez que les preguntan por Olona contestan que le desean lo mejor a Macarena. Y el resto el tiempo se encargará solo.
Por eso a nuestra aguerrida exdiputada solo le queda una bala, y es dentro de seis meses. El destino tiene bonitas coincidencias. El que fuera su némesis en el partido, Ortega Smith, es el cabeza de lista de Vox al Ayuntamiento de Madrid. Es su oportunidad para desafiarle, para volver a ilusionar al votante de Vox que no entiende que ha hecho su partido en el Ayuntamiento de Madrid. El votante de Vox, pasional en sus principios, tendría fácil elegir entre la vehemencia y el fervor de las intervenciones de Macarena Olona y la lejanía, impostura y frío estilo añorante de viejos tiempos de Ortega Smith. Para seguir viva hay que arriesgar. A seis meses llegará con vida y posibilidades, dentro de un año, ¿quién es Macarena?