La elegida (y no por Juan Lobato) es la ministra de Industria, Comercio y Turismo, María Reyes Maroto. El problema es que todos los que llevan años trabajando en el PSOE-M entienden que es un perfil gris que no tiene sentido. En cualquier caso, el que descartaran a Mercedes González, delegada del Gobierno en Madrid, como candidata para montar un posterior show incomprensible para muchos para finalmente anunciar la candidatura de Reyes Maroto ha puesto una diana en la frente del secretario general del PSOE-M, Juan Lobato. La vieja guardia socialista madrileña le acusa de haber sido oportunista y de haber intentado dar golpes de autoridad en la formación independientemente de las consecuencias electorales que tengan. Con esto encima de la mesa, desde el PSOE-M auguran una «tormenta perfecta» contra Lobato para después de las elecciones. Son muchos los odios internos que ha generado y serán muchas las consecuencias políticas que haya cuando se celebren las elecciones autonómicas y municipales.
Juan Lobato no es consciente del sentir del PSOE de Madrid. Muchos entienden que fue él quien acabó con las aspiraciones políticas de Mercedes González. De hecho, hay quien asegura haberle escuchado al propio secretario general reconocerlo abiertamente. Todo esto no ha ayudado a mejorar la imagen de Lobato ante los suyos. Pero tampoco ha ayudado que tras este circo que han montado dando todo tipo de misterio al nombre de la futura candidata del PSOE al Ayuntamiento de Madrid se haya elegido a un perfil que todos aseguran que es muy «gris», el de María Reyes Maroto. La elección de la ministra no ha sido de Lobato, pero sí que ha contado con su aprobación porque el secretario general no quería rivales potenciales al frente del PSOE de la capital. Pero desde el otro bando tienen claro que Lobato pagará las consecuencias pese a que él insisten en que solo hace su trabajo.
Juan Lobato acabó con la delegada del Gobierno. Esto lo reconocen todas las fuentes del partido. Y la llegada de María Reyes Maroto, pese a que no tuvo nada que ver con Lobato, pareció bien a la mayoría de socialistas que rodean al secretario general. El problema es que el echar a la primera «candidata» le va a salir muy caro a un secretario general que no ha hecho precisamente amigos en el PSOE-M.
Desde el PSOE entienden que Lobato no obtendrá unos buenos resultados en la Comunidad de Madrid. Algunos le acusan de querer sobrevivir, pero sabe que tendrá que quedar mal con muchos socialistas que ya de por sí están visiblemente enfadados con el secretario general. Por cada puesto en las listas hay en torno a 40 candidatos. Y solo se pueden garantizar de alguna manera los veinte primeros. Si a esto le sumamos el hecho de que ha hecho una buena cantidad de enemigos entre los «mercedistas» y le sumamos también los seguidores de Mar Espinar y de Enma López, el resultado es un crisol difícil de gobernar con demasiados enemigos que te tienen en el punto de mira.
Lo que tienen claro en el partido es que un mal resultado de Lobato será explotado. El secretario general se quedará solo si obtiene pocos votos. El reto ya no es evitar que Isabel Díaz Ayuso obtenga o no mayoría absoluta. El reto es el de conseguir mantener el liderazgo de la oposición, actualmente en manos de Mónica García. Tener una Moncloa indecisa con el futuro político de Lobato y unas bases hostiles contra un secretario general que no ha tenido en cuenta su sensibilidad ha dejado al secretario general en una situación complicada. Desde el PSOE-M entienden que el verano de Lobato será más caluroso de lo que le gustaría.
Eso sin tener en cuenta que se presenten unas primarias por iniciativa personal de Mar Espinar o Enma López (o ambas), algo que podría en relieve lo que ya se sabe: la mayoría cuestiona la llegada de María Reyes Maroto, ministra de Industria, Comercio y Turismo, a la capital por designio socialista «divino». Enma López ya han asegurado que está en conversaciones con Moncloa para evitar precisamente presentar esas primarias, pero Mar Espinar es otro cantar que podría dar la vuelta a la situación. En cualquier caso, queda claro que el PSOE de Madrid no remonta. Y menos con la intromisión constante de Moncloa en los asuntos de una delegación territorial que tiene la «maldición» de estar ubicada en la misma ciudad que Ferraz.