Unidas Podemos ya no tiene ningún lazo que les mantenga unidos. Podemos ha declarado la guerra a Yolanda Díaz y Alberto Garzón no hace más que buscar la forma de sobrevivir sea como sea. En toda esta dinámica ha entrado Pablo Iglesias para agudizar y evidenciar el sentimiento de «traición» que tienen en la formación morada con la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo. Y al mismo tiempo, Podemos también quiere tirar de la vieja guardia, como Juan Carlos Monedero, para reforzar su posición internacional y para dar la batalla frente a Yolanda Díaz. El nuevo plan que tienen los morados pasa por aprovechar el auge de la nueva izquierda latinoamericana para intentar buscar apoyos en el otro continente que les ayuden a mejorar su posición internacional y su valor como formación. Además, desde Podemos entienden que Yolanda Díaz tiene cierta debilidad por la política de América Latina y quieren arrebatarle la interlocución con los presidentes de estos países. Juan Carlos Monedero es la avanzadilla, pero los ministros de Podemos ya tiene una agenda propia sospechosa.
La victoria de Lula da Silva en Brasil, la de Gustavo Petro en Colombia o el creciente peso de Nicolás Maduro en la esfera internacional con la crisis energética ha puesto a la nueva izquierda latina en un nuevo escenario que Podemos quiere aprovechar. La avanzadilla siempre ha sido Juan Carlos Monedero. Sus consejos se venden caros en Latinoamérica a la par que su influencia con algunos miembros del Gobierno (aunque ya no llegue a la vicepresidenta y ministra de Trabajo). Pero ahora Podemos ha pasado al siguiente punto del plan para intentar convertirse no en los únicos, sino en los mejores interlocutores con los mandatarios latinoamericanos. Desde la formación morada entienden que tienen una posición dominante en este aspecto y saben que a Yolanda Díaz le pueden quitar un valor muy potente de cara a las próximas elecciones (sin entrar a hablar de temas de financiación, claro).
Irene Montero ha viajado a Argentina y se ha visto con la expresidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirschner
La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha viajado a Argentina y ha tardado poco en publicar una foto junto a la expresidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirschner. Pero esto no es más que un pequeño aperitivo insustancial comparado con lo que viene. Desde Podemos, la vieja guardia se ha puesto manos a la obra para levantar las relaciones con Lula en Brasil y con Petro en Colombia. Y al mismo tiempo, desde el Gobierno deslizan que el papel de Nicolás Maduro en la esfera internacional ha ganado mucho peso dada la crisis energética y dada la victoria de Petro en Colombia. Si en Latinoamérica tiene el suficiente apoyo, la posición del presidente de Venezuela se ve considerablemente reforzada; una buena noticia para Podemos.
Yolanda Díaz siempre ha sido sensible con el trato con los países latinos. Todos recuerdan esas palabras que le dedicó al expresidente de Venezuela Hugo Chávez cuando todavía era Yolanda, la dirigente de Izquierda Unida, y no Yolanda, la vicepresidenta del Gobierno. Que los ministros de Podemos programen una agenda en Latinoamérica tiene el claro objetivo de convertirse en los únicos interlocutores, pero sobretodo deja claro que pretenden presentarse a las elecciones generales independientemente de que Sumar, el proyecto unipersonal de Yolanda Díaz, se presente o no. Irene Montero es una de las embajadoras, pero la idea no es trabajar de forma «oficial», sino de forma «extraoficial» de la mano de la vieja guardia de Podemos.
La victoria de Lula en Brasil y de Petro en Colombia ha dado alas a Podemos. Entienden que no solo les refuerza por cuestiones electorales, sino que apuestan por que les da un valor añadido que no tiene ningún otro partido en el Congreso: la interlocución con estos países. Para Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, no es un mal plan el tener dentro del Ejecutivo a activos que puedan facilitar la interlocución con países como Colombia, Brasil o Venezuela. Y lo que quieren es que, llegado el momento, el PSOE necesite sus votos y su capacidad de interlocución para sacar adelante una hipotética investidura, siempre que Alberto Núñez Feijoo no arrase en las elecciones.