La vicepresidenta del Gobierno Nadia Calviño ha conseguido llevar a cabo su función con éxito. No hablamos de mejorar la economía del país, sino de anular a quien se había convertido en el hombre fuerte de la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC). Mariano Bacigalupo llevaba tiempo como el «rey» de este organismo. El que fuera pareja de la otra vicepresidenta Teresa Ribera junto al hecho de que fiscalizaba la política energética del Ministerio para la Transición Energética fue un problema serio para el Ejecutivo. Tras esto, trasladaron a Bacigalupo a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y ahí es donde Calviño ha cumplido su cometido: el marido de la ministra ni pincha ni corta. Ha pasado de gestionarlo todo con la consiguiente tensión que generaba con sus compañeros de la CNMC a no gestionar nada.
Mariano Bacigalupo se convirtió en una auténtica piedra en el zapato del Gobierno por su permanente interferencia en favor de los intereses del ministerio de Transición Ecológica. Que su mujer lo gestionara con más o menos problemas llevó a Bacigalupo a convertirse en una pieza fundamental para la supervivencia política de Teresa Ribera. Las constantes interferencias acabaron por cansar a un Gobierno que tiró de Calviño para anular a Bacigalupo. Ahora que lleva unos meses en la CNMV, el marido de Teresa Ribera se ha convertido en un cero a la izquierda gracias a la gestión de Nadia Calviño. Anular a Bacigalupo no era fácil dado que también hizo favores políticos a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.
Fuentes del Gobierno aseguran ahora que Bacigalupo generaba una tensión nunca vista en la CNMC por su forma de actuar y comportarse. Los demás consejeros veían cómo la cercanía de Bacigalupo con el Gobierno gracias a los trabajos ocultos que había hecho para Moncloa de cara a Europa y gracias a su relación personal con la vicepresidenta del Gobierno le había endiosado hasta tal punto de que generaba altos niveles de tensión. Las reuniones no eran agradables, pero los resultados de la CNMC tampoco ayudaron a un Ejecutivo a cuadrar las cuentas en un momento en el que la crisis energética azotaba el país. Y más concretamente, al ministerio de Teresa Ribera.
La presencia de Bacigalupo en la CNMV no tiene que ver con su valía, sino con pagar los servicios prestados. En un momento, el consejero creyó que sería de gran utilidad para un Gobierno que le había solicitado ayuda para dar la cara y gestionar unos asuntos ante Bruselas para la gestión de la energía. El que Teresa Ribera siga dando tumbos por el Gobierno también ayuda a la necesidad de dejar a Bacigalupo en un puesto de relativa responsabilidad, pero la niñera que le han puesto no le ha dejado levantar la voz ni generar ni un poco de malestar en las reuniones. Nadia Calviño ha atado en corto a Mariano Bacigalupo.
Nadia Calviño ha atado en corto a Mariano Bacigalupo
La vicepresidenta del Gobierno no es que esté pendiente de su futuro político. No al menos dentro del país. Nadia Calviño lleva tiempo buscando su futuro en Europa. Se ha reunido con altos representantes de Bruselas para estudiar qué encaje puede tener. Sin embargo, el cargo de niñera lo ha desempeñado lo suficientemente bien como para que se filtre desde la CNMV que el perfil de Bacigalupo es bajo. Muy bajo. Ahora mismo, Teresa Ribera no es un buen árbol bajo el que cobijarse dado que su nombre es de los primeros para salir en la crisis de Gobierno. Quitarse de encima a la vicepresidenta sería el volantazo que tanto buscaban en Moncloa. Y con ella, caerá todo lo que la rodea.
Los planes de Sánchez, según detallan desde el Gobierno y desde su entorno, pasan por presentar una crisis en enero como tarde. En esa criba volarán muchos ministros, pero la primera que tienen en mente es a la vicepresidenta del Gobierno Teresa Ribera, a quien quieren sacar por los problemas que ha dado con todos los asuntos energéticos. La inflación causada especialmente por el aumento desproporcionado del precio del gas y del carburante ha desgastado especialmente a esta vicepresidenta que tiene los días contados.