El ictus supone la segunda causa de muerte en España, la primera en mujeres. También es la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto y la segunda causa de demencia. Además, hasta una de cada seis personas en España están afectadas por esta enfermedad, cuyo día mundial se celebra este sábado.
Según datos del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (GEECV-SEN), en Europa mueren 650.000 anualmente por esta causa y, de ellos, 40.000 son españoles. Al año se detectan unos 120.000 casos nuevos. De hecho, cada seis minutos se produce un ictus en España.
Por todo ello, el fundador y director técnico del Centro Europeo de Neurociencias, José López Sánchez, ha defendido la necesidad de concienciar más sobre los síntomas del mismo; así como sobre las medidas de prevención, por lo que, a su juicio, «España necesita un Plan Nacional contra el ictus».
Tal y como ha contextualizado, en 2016 se lanzó el Plan de Acción Contra el Ictus en Europa, que abarca del 2018 al 2030. Su objetivo es «marcar una serie de objetivos a nivel de prevención primaria, de prevención de problemas de factores de riesgo y de lo que se llama también tratamiento agudo del ictus, impulsando planes nacionales de ictus en toda Europa».
«Cada país tendría que tener su plan en el que se establecieran claramente las acciones que se van a hacer, y asegurar que en la rehabilitación se da la dosis adecuada e intensiva en el momento adecuado», defiende, para recordar que «el problema muchas veces es que se empieza tarde con la rehabilitación».
«Por ejemplo, en España, tenemos los problemas de hospitales con las listas de espera. A las personas se les dice que en ese momento no hay plazas para rehabilitación, y se les acaba llamando cuatro meses después», advierte el experto. «En este caos, habremos desaprovechado el momento más importante de recuperación del ictus, que son los tres primeros meses. Si no se actúa en esos tres primeros meses, que es cuando se tiene más potencial de recuperación de la persona, estamos perdiendo un tiempo muy valioso, el más valioso», explica López, en declaraciones a Europa Press.
A su juicio, en España se ha desarrollado «mucho» un modelo basado en las unidades de ictus, es decir, centradas en la atención aguda, pero no se incide en la prevención ni en el seguimiento. «Se han creado muchas y muy buenas en muchos hospitales y eso ayuda a que las secuelas se reduzcan, pero todavía hace falta más prevención: educar más en la importancia de seguir una dieta sana y en el ejercicio», apunta.
En cuanto al seguimiento, insiste en el problema de la rehabilitación en España, ya que «llega tarde, y es insuficiente porque no dura el tiempo adecuado«. Además, critica que en este país «no se cuenta con los medios adecuados, porque sigue habiendo instalaciones y medios del siglo pasado». «Hoy día hay muchos más medios tecnológicos que pueden hacer que los pacientes se recuperen más y mejor», sentencia.
Para López, lo idóneo es estar «hasta 4, 5 o incluso 6 horas diarias con un mismo paciente, porque la intensidad es muy importante». Así, explica que las tecnologías avanzadas en rehabilitación, la robótica, o la realidad virtual ayudan a poder realizar movimientos «de una forma más motivadora».
También ha puesto en valor la neuromodulación, a saber, una serie de tratamientos para estimular el cerebro. «Uno de ellos se llama estimulación magnética transcraneal. Consiste en aplicar un campo magnético que estimula magnéticamente a las neuronas para que estén más reactivas y más dispuestas, para luego llevar a cabo un aprendizaje», aclara.
Por último, últimamente también se está trabajando más en ejercicio aeróbico con los pacientes, con el fin de que suban sus pulsaciones cardiacas. «Cuando pensamos en ejercicio aeróbico, pensamos en correr. Pero no solo es correr. A estos pacientes se les pone en distintos dispositivos que les hace tener un esfuerzo aeróbico, lo que se considera por encima del 70 por ciento de la reserva cardiaca de la persona», puntualiza. «Este ejercicio propicia toda una serie de mecanismos de producción de hormonas y neurotransmisores que ayudan al paciente», añade, en declaraciones a Europa Press.
Así, explica que «hacer movilizaciones pasivas al paciente no tiene ningún resultado, por lo que hay que tener a la persona más activa, trabajando más intensamente». Además, el ejercicio aeróbico «tiene unos beneficios no solo a nivel de movimiento, sino a nivel orgánico, ya que mejora de la circulación».
Tal y como ha reiterado el experto, «la prevención es clave», ya que «los factores de riesgo del ictus más importantes son prevenibles». Estos son la hipertensión arterial, la diabetes y el colesterol alto. «Por eso es tan importante la dieta, que cada vez tiene más influencia en la prevención del ictus», finaliza.
Finalmente, López ha querido recordar los principales síntomas del ictus, que son cuatro: dificultad para hablar y pronunciar; sentir que el brazo o la pierna se empiezan a dormir, no responden o no se mueven; dolor de cabeza muy intenso y parálisis facial. «Por ejemplo, en cuanto al dolor de cabeza, la gente a la que le ha pasado lo describe como un dolor intensísimo que nunca había experimentado en su vida, mucho más intenso que cualquiera de los otros», finaliza.