El epicentro del coronavirus parece que se ha instalado en América Latina. Tras su origen en Asia, y su paso por Europa y América del Norte después, parecía inevitable que el Covid-19 irrumpiese en la región. Si bien muchos de los países del subcontinente lo estaban «esperando» y se han preparado para ello, tratando de extremar todo tipo de medidas, otros como el caso del Brasil de Bolsonaro se enfrentarán a la mayor virulencia de la pandemia por ciertas particularidades.
Por una parte porque Brasil tiene una enorme población, y gran parte de ella vive en condiciones de pobreza extrema. Se hace particularmente difícil en estos casos que las autoridades sanitarias y las fuerzas de seguridad sean eficaces. Concienciar y velar por las recomendaciones de distanciamiento social o confinamiento en una población con problemas patológicos como hambre o exclusión social es muy complicado. Lo peor es que estas medidas, se han demostrado cruciales para frenar la pandemia en otras regiones.
Pero si hay algo que preocupa especialmente a la comunidad científica, es la actitud que el propio gobierno de Brasil está mostrando ante el coronavirus. Jair Bolsonaro ha demostrado una absoluta despreocupación por la pandemia, minimizando el riesgo y afeando a los políticos locales y a los médicos sus recomendaciones.
Aunque la población parece estar guiándose más por los sanitarios que por su presidente, lo cierto es que Brasil ya es uno de los cinco países del mundo con más muertos por coronavirus. Además, si nadie lo remedia, su sistema sanitario está a punto de colapsar.