La resurrección demoscópica del Partido Popular bajo el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo tiene un gran damnificado, Vox. El partido ultraconservador teme que el voto útil le pase factura en las próximas autonómicas y municipales.
Santiago Abascal pretende resurgir en las próximas elecciones generales y para ello necesita marcar agenda a pesar de que los temas propicios para Vox están perdiendo pegada (véase la guerra identitaria entre los nacionalismos español y catalán).
TENSIÓN CON LIBERTAD DIGITAL
Vox asegura que, al igual que Trump, no necesita la simpatía de los grandes medios para meter cuchara ya que sus agitadas redes sociales son suficientes para acelerar a sus fieles. Pero lo cierto es que Abascal se ve necesitado de que los grandes medios hablen de él, bien o mal.
Uno de los grupos que más caricias les ha proporcionado es Libertad Digital. Pero lo cierto es que con el grupo fundado por Federico Jiménez Losantos las aguas bajan revueltas desde que el turolense atacase a Vox por su discurso ambiguo respecto a las vacunas de la covid-19.
LIBERTAD INDIVIDUAL
Parte del mundo antivacunas apuesta por Vox, que intenta fijar un discurso en el que prima la libertad individual para esquivar un debate científico que en muchos ámbitos no le ayudaría a recuperar los votantes perdidos.
Abascal, por guerras como las de las vacunas, ha perdido fuerza entre los mass media conservadores, cada vez más conscientes de que deben apoyar al PP si quieren que el centro-izquierda salga del Gobierno.
TDT PARTY
Quizá el único empresario conservador que ha sabido adaptar con cierto éxito el modelo norteamericano de televisión es Julio Ariza, que a partir de 2005 triunfó con una pequeña cadena, Intereconomía TV, que con sus aciertos y defectos («364 días de Orgullo de la gente normal» o misas desde el Valle de los Caídos), logró grandes dosis de influencia gracias a una programación imaginativa que acabó opada por Trece TV y replicada, desde el otro lado del cuadrilátero, por La Sexta.
El canal llevó a la televisión el modelo radiofónico nocturno de las últimas cuatro décadas: tertulia política en prime time, ‘El gato al agua’, y deportes a medianoche, ‘Punto pelota’. Este canal, que superó fácilmente a otros proyectos informativos como el público Canal 24 horas o el prisaico CNN+, acabó dejando la TDT estatal porque los problemas económicos del grupo fueron agravados por la consciente asfixia del Gobierno de Mariano Rajoy.
En el bautizado como TDT Party (en relación al lobby pretrumpista Tea Party) también apareció Trece TV, fracaso mayúsculo que ha supuesto unas pérdidas a la Conferencia Episcopal superiores a los 100 millones de euros.
Este canal gris, repleto de westerns, informativos afines al PP y unas eucaristías que sirven a Fernando Giménez Barriocanal para justificar el ruinoso proyecto, ha acabado fusionándose con COPE para que los beneficios de Carlos Herrera enjuaguen unas pérdidas televisivas que en los últimos años se han cubierto, en parte, con unos fondos europeos de los que apenas llegaban a Cáritas.
EL PROYECTO QUE NO LLEGARÁ
En los últimos meses varios proyectos han intentado acompañar a la TDT a Trece. Es el caso del fallido proyecto La Séptima, afín a Vox, que nacía de la mano del exdiputado Marcos de Quinto con la intención de replicar a La Sexta desde un punto de vista conservador.
El nuevo proyecto era «de carácter generalista cuyos contenidos se enmarcarán dentro del género de entretenimiento informativo. La nueva cadena televisiva no tendrá adscripción política alguna y no estará supeditada a los intereses de ninguna formación política ni a ningún credo en particular, sino que pretende aglutinar a todos los defensores de las democracias liberales y de las libertades, tanto individuales como de libre emprendimiento, independientemente de sus preferencias políticas».
«En definitiva, el nuevo canal llega para ocupar un hueco en el que no cabrá duda de su inequívoca defensa de la Constitución de 1978 y, por ende, de la monarquía parlamentaria, de la unidad de España, de la separación de poderes y del respeto a las instituciones», aseguraban.
De Quinto, finalmente, no logró la financiación necesaria y saltó de un barco en el que estaban el empresario murciano Juan Francisco Zambudio o el polémico y millonario Félix Revuelta, padre de Naturhouse.
El ex director general de Coca-Cola España se sumó finalmente a una ampliación de capital de la controvertida plataforma Estado de Alarma que lidera Javier Negre, acusado por Okdiario.com de precarizar a sus empleados.
Este proyecto ha sido apuntalado por administraciones ‘populares’ como el Ayuntamiento de Madrid, la Diputación de Ourense o el Gobierno de la Región de Murcia, a pesar de que Negre decía rechazar el dinero público.