Sí habrá crisis de Gobierno, pero no este año. Este es el mensaje que ahora confirman fuentes de Moncloa. La diferencia es que el Ejecutivo busca la forma de que este cambio repercuta de forma evidente en las encuestas y en la imagen del partido. Desde el PSOE no se atreven a confirmar al unísono cómo se ejecutará esa crisis. Hay quien cree que será idéntica a la de junio de 2021; llamadas, ceses y sorpresas. Pero hay fuentes solventes del partido que aseguran que Pedro Sánchez y Félix Bolaños, ministro de la Presidencia de Gobierno, utilizarán las candidaturas y las listas autonómicas y municipales para dar salida a los ministros más incómodos de la legislatura. Y la fecha elegida, a priori, por el laboratorio de la Moncloa ha sido enero de 2023, cinco meses antes de las elecciones autonómicas y municipales.
Moncloa echa humo desde que las encuestas empezaron a hundir la imagen del presidente del Ejecutivo. El PSOE afronta un panorama electoral desolador. Tanto es así, que se prevé la pérdida de prácticamente casi todas las comunidades autónomas y la victoria de Alberto Núñez Feijoo en las generales, tal y como se desliza de las encuestas. Con este escenario, desde Ferraz llevan meses barajando una solución para dar un golpe encima de la mesa y cambiar las tornas. Y el plan A, que consistía en sacar a la luz una buena batería de ayudas sufragadas con el dinero europeo, parece que se ha quedado más que corto. Por lo que ahora se ha fiado todo la crisis de Gobierno y al forzar un cambio de imagen profundo antes de que se pongan las urnas.
Enero es una fecha ideal para la crisis de Gobierno, según fuentes del PSOE, porque permite dar salida a los ministros que salgan del Consejo. El presidente quiso darse el gusto ante las cámaras de negar lo que su propio departamento llevaba meses filtrando a los medios: que habría crisis de Gobierno a la vuelta de verano. Pedro lo hizo. Se puso su mejor peinado y se maquilló ante los periodistas para decir que no entendía por qué hablaban de crisis de Gobierno cuando no iba a haber tal cosa. Y otra vez más, desde su propio departamento se desliza que lo que realmente ha pasado es que el líder del PSOE ha querido cambiar la fecha para aproximarla a las elecciones y no dejar que los cambios que haga en su Gobierno se diluyan con el paso del tiempo y no queden grabados en la conciencia de los españoles. El presidente del Gobierno cree que podrá hacerlo mejor si además tiene las listas electorales como apoyo para dar salidas a los suyos.
La crisis se prevé para enero, lo que no está tan claro en el seno del Gobierno es cómo se ejecutará. Desde el PSOE hay un fuerte sentimiento de rechazo a cómo se llevó la anterior. Esas llamadas de teléfono del presidente, esos mensajes lapidarios y esa frialdad no dejó precisamente amigos entre los que dejaron el asiento en el Consejo de Ministros. La convocatoria electoral abre una puerta magnífica para colocar a los ministros y directores generales que salgan con la crisis de Gobierno. Se debate la ligereza con la que se llevará a cabo esta crisis del Ejecutivo.
Lo que ha despistado a los socialistas ha sido el empeño del presidente en dar en público un «corte» a los periodistas que llevaban meses publicando las filtraciones de Moncloa sobre la crisis de Gobierno. Especialmente porque estos mismos socialistas entienden que Pedro Sánchez no se presentará así a las elecciones y que hará cambios profundos que pasan por sacar a algunos de los ministros que más tiempo llevan en el Gobierno.
LOS MINISTROS SEÑALADOS
Hay una serie de ministros socialistas que el presidente del Gobierno quiere fuera. La que más urge sacar para los planes de Moncloa es Margarita Robles, ministra de Defensa. La crisis con Pegasus ha dejado muy tocada a la socialista a nivel interno hasta el punto de que esos intentos de sacarla en mayo del año pasado enviándola como candidata a la Comunidad de Madrid se convertirán en certezas en enero. Junto a Robles, está la titular de Justicia, Pilar Llop, quien ha sido capaz de matar la relación entre el Gobierno y el Consejo General del Poder Judicial en cuestión de meses. Pero quien realmente se lleva la palma es el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, a quien Sánchez quiere recolocar desde hace años sin suerte por la falta de un sustituto claro. Luego hay otros ministros que están en la cuerda floja. Especialmente María Reyes Maroto, ministra de Industria y Turismo.