El líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha intentado a lo largo de la campaña electoral frenar la sangría de votos que han venido arrojando las encuestas durante los últimos meses y lograr así un resultado que pueda condicionar un gobierno de izquierdas. El líder de la formación morada ha puesto en los ciudadanos la amenaza real de un gobierno PSOE-Ciudadanos.
De hecho, ha reclamado en varias ocasiones formar parte de un eventual Ejecutivo con el PSOE y aunque Pedro Sánchez le ha respondido siempre que él quiere formar un gabinete con dirigentes de su partido y con independientes de reconocido prestigio, el último día de campaña admitió que no le suponía ningún problema que el partido de Iglesias entrara en el Gobierno.
LOS DEBATES, SU PRINCIPAL ARMA
En su estrategia por retener el mayor número posible de votos, Pablo Iglesias trató de rentabilizar los dos debates electorales que tuvieron lugar los días 22 y 23 de abril, dirigiéndose a su electorado con la denuncia de las «cloacas» del Estado que, alega, han tratado de perjudicarles y presentándose como el principal impulsor de las políticas sociales.
De hecho, llegó a atacar a Pedro Sánchez por la resistencia que mantuvo, según el líder morado, para subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) a 900 euros. Alegó que la subida no se habría producido si no fuera porque Podemos estaba allí. Una afirmación que ha reiterado a lo largo de estos últimos 15 días.
Con ello, Pablo Iglesias trataba de demostrar a sus potenciales votantes que la única garantía de que haya un verdadero giro social en el Gobierno es con un resultado importante de la formación morada para que pueda formar parte del Ejecutivo y condicionar sus políticas.
Y en esta línea advirtió de que si el PSOE puede pactará con Ciudadanos en lugar de con Podemos, para formar gobierno, a pesar del cordón sanitario que el partido de Rivera le puso a Sánchez al inicio de la campaña y que Pablo Iglesias no se cree.
No obstante, en los debates televisados, el líder morado hizo gala de moderación, reclamando incluso un poco de «mesura» a los líderes de PP y Ciudadanos. Una actitud que se atribuye a su nuevo jefe de Gabinete Pablo Gentili, quien también fue asesor de Lula da Silva y de Dilma Russeff en Brasil.
LAS CLOACAS EN CAMPAÑA
Aunque oficialmente la campaña comenzó con la pegada de carteles del 11 de abril, la carrera por las urnas para el partido ‘morado’ tuvo su pistoletazo de salida el 23 de marzo, cuando se produjo el regreso a la arena política de Pablo Iglesias después de tres meses de permiso de paternidad.
En ese acto que se celebró en la plaza del Reina Sofía, Iglesias sorprendió reconociendo que se habían comportado «como un partido más», con peleas por sillones, y lanzó uno de los mensajes clave que posteriormente repetiría en cada acto durante estos quince días: que «en España hay poderosos que mandan más que los diputados y que los ministros».
Cuatro días después del retorno, Iglesias fue citado en la Audiencia Nacional para testificar como perjudicado en el caso Villarejo, el excomisario que permanece en prisión provisional.
Unidas Podemos ha tratado de rentabilizar este asunto durante toda la campaña acusando al Gobierno del PP de utilizar a la llamada ‘policía patriótica’ para perjudicar a la formación morada. Incluso ha extendido las acusaciones al actual Ejecutivo de Pedro Sánchez al que ha acusado de mantener la nómina de los policías que presuntamente formaron parte de ese grupo.
El partido morado ha apostado por realizar un formato de campaña de «cercanía» a los ciudadanos, en los que su líder ha pronunciado discursos más cortos y tratando de lanzar mensajes claros. Iglesias comenzó las semanas previas a la campaña a visitar varias ciudades como Pamplona, Zaragoza o Málaga, donde empezó a desgranar las propuestas de su programa electoral.
Tras lo cual, comenzaron a realizar ofertas basadas en los artículos de la Constitución para amparar sus propuestas como la de subir los impuestos a la banca y a los grandes patrimonios para sufragar con ello otras medidas sociales como una renta básica de entre 600 y 1.200 euros al mes, que costaría 12.000 millones anuales.
En su programa electoral también han incluido una banca pública, una empresa estatal de energía, cargando contra las eléctricas a las que quiere aumentar las sanciones por oligopolio, derogar las reformas laborales de PP y PSOE, o a lanzar su propuesta de ‘horizonte verde’.
ACTOS EN DIVERSAS CIUDADES
Después del País Vasco, el 15 de abril visitó Baleares donde prometió la jubilación anticipada para las camareras de piso y al día siguiente recaló en Nalda, La Rioja, donde anunció las medidas contra la despoblación para combatir el efecto de la ‘España vaciada’. En esta localidad un grupo de personas intentó sabotear el acto al grito de ‘Viva España’.
Con la Semana Santa, Iglesias celebró otro acto de 1.500 personas en Valencia y luego le dejó paso a Montero que sostuvo la campaña tanto el Jueves como el Viernes Santo. Iglesias sólo mantuvo un encuentro con colectivos contra el maltrato animal, al que fue acompañado de su perra Leona. Ese día acusó al Gobierno de haber hecho un uso instrumental de RTVE al intentar colocar un solo debate el día 23.
Tras los debates electorales, Iglesias multiplicó el número de actos, que venían siendo de uno o dos al días. Así, tras el mitin de Barcelona del miércoles 24, triplicó su agenda en Galicia yendo a una lonja y a una manifestación de trabajadores de Navantia antes de celebrar un acto en Vigo.
El viernes, último día de campaña, Iglesias ensanchó aún más la agenda de campaña para estar por la mañana en Valladolid, al mediodía en León y acabar con el cierre en el sur de Madrid.