En el proceso de escucha supuestamente apartidista de Yolanda Díaz se escuchan muchas voces progresistas, ninguna cercana a la cúpula de Podemos. Este hecho explica en parte los recelos de la formación morada con ‘su’ vicepresidenta segunda, respaldada sin fisuras por Izquierda Unida, el PCE o Catalunya en Comú.
Especial sintonía existe entre la gallega y los dirigentes del partido que milita, el PCE, que está pagando el nuevo proceso: Amanda Meyer ha perdido la jefatura del Gabinete del Ministerio de Igualdad y Enrique Santiago la secretaría de Estado de la Agenda 2030.
Las caídas de Meyer y Santiago se explica por una mezcla de dos factores: el alumbramiento de Sumar y la negociación de Andalucía (Podemos tragó candidata, nombre de la lista y pacto con Más País a instancias de Díaz, IU y el PCE).
SANTIAGO NO HACE SANGRE
Enrique Santiago ha preferido no hacer sangre con su salida del Gobierno. En declaraciones a El País ha preferido mostrar una cara amable: «Me han comentado que han decidido una reestructuración del ministerio y que para lo que queda de legislatura, pensaban que era mejor que pudiera dedicarme al trabajo en el grupo parlamentario, para sacar adelante el programa de Gobierno. Es la explicación que han dado y yo la tengo que respetar. No soy de broncas internas y, en primer lugar, es de agradecer que una ministra de un partido haya querido contar conmigo, siendo de otro partido. No es muy habitual. Y en segundo lugar, es de agradecer que podamos seguir todo el mundo trabajando en lo que viene por delante», asegura.
«La relación personal es buena, y la política creo que es conocido por todo el mundo cómo está. Esas negociaciones (por las autonómicas andaluzas) desgastaron mucho el espacio político y limitaron la capacidad de generar ilusión para arrancar en buenas condiciones el proceso electoral de Andalucía. Hemos manifestado distintos puntos de vista», explica.
El secretario general del PCE abraza con gusto la hoja de ruta de Sumar «Compartimos que es imprescindible generar un proceso de movilización social que ilusione a muchas personas que están desilusionadas después de unos años muy duros. Compartimos la necesidad de que las personas sean protagonistas de los cambios sociales y de que hay que reforzar la organización de un espacio donde se integren no solamente esas personas, sino las organizaciones sociales, donde participen los sindicatos y, por supuesto, del que tienen que formar parte los partidos que se sienten democráticos y de izquierdas».
¿ROMPERÁ PODEMOS CON SUMAR?
Algunos medios han apuntado que Podemos barajaría presentarse a las generales mediante un pacto con Esquerra Republicana de Catalunya y Euskal Herria Bildu, pero Pablo Iglesias negó la mayor con una colección de ironías.
Es evidente que Podemos está incómodo con Sumar, especialmente porque es visible que la formación morada ni controla este proceso, ni parece feliz con una estrategia amable de la vicepresidenta que dista de la ferocidad dialéctica habitual del partido liderado por Ione Belarra.
Podemos sabe que puede marcar distancias porque Sumar no tendría demasiadas oportunidades de éxito si no cuenta con ellos dentro de una previsible coalición en la que no faltarían Izquierda Unida (PCE) o Catalunya en Comú.