El Diario de Sesiones del Congreso que corresponde a la primera sesión del Debate sobre el estado de la Nación refleja la tensión con la que arrancó el duelo entre el presidente Pedro Sánchez y el portavoz de ERC, Gabriel Rufián. La tensión llegó a tal extremo que el jefe del Ejecutivo le pidió hasta en cuatro ocasiones «No me llames racista».
Rufián dedicó parte de su intervención a criticar la política del Gobierno contra la inmigración equiparándola con la del PP. «Señor Sánchez y señor Núñez Feijóo, ustedes no pueden reaccionar a lo que pasa en el mundo o a lo que pasa en la frontera de Ceuta y Melilla como los ricos de una urbanización de ricos a la que de repente entran los pobres. Esa no es una política internacional seria, no lo es», soltó.
Y continuó: «¿Por qué 130 africanos asaltando la vallason una mafia y 130.000 ucranianos desplazados son una causa? ¿Por qué matar a palos y a balazos en la frontera sur de Europa es menos grave que matar a bombas en un centro comercial de Ucrania?».
El propio Rufián dio la respuesta, recalcando que la diferencia entre estos supuestos es que unos migrantes son «rubios con otros azules y otros no» y recriminando a Sánchez que necesita a «Marruecos como vigilante de seguridad de la valla aun a costa del Sáhara».
Y tras estos comentarios, sacó tres balas que, según dijo, fueron utilizadas por Marruecos para matar a 37 personas en el último salto a la valla de Melilla. «No voy a dejar que me llames racista», le dijo entonces Sánchez desde su escaño. «Usted no, la Gendarmería marroquí, y usted dijo que no estaba tan mal», replicó Rufián.
LUEGO REBAJÓ EL TONO
«No me llames racista. No me llames racista ¡No me llames racista!», insistió entonces el presidente del Gobierno, elevando aún más el tono, según el Diario de Sesiones.
Después el presidente reprendió duramente a Rufián que exhibiera esas tres balas, recalcando que el Congreso no es una «corte penal» en la que haya que utilizar elementos «probatorios» y recordándole que las últimas balas que entraron en el hemiciclo fueron las que se utilizaron en el frustrado golpe de Estado de 1981. «Se ha equivocado gravemente», le regañó.
Pese a esa tensión inicial, el duelo acabó con Sánchez agradeciendo a Rufián que rebajara el tono en su última intervención y lo dejó estar.