El escándalo que salpica al periodista Antonio García Ferreras y a al cofundador de Podemos Pablo Iglesias ha sacudido fuerte a Podemos. Unos audios del excomisario José Manuel Villarejo dejan claro que el presentador de Al Rojo Vivo se lanzó a publicar una presunta información sobre una cuenta falsa en Granadinas del exvicepresidente dejando claro que no estaba nada convencido de su veracidad. Y ante esto, en Podemos han puesto el grito en el cielo porque entienden que es un ejemplo más de cómo los poderes mediáticos les han perjudicado. Sin embargo, hay un daño colateral en esta historia que ha ahondado mucho más en la mala relación entre la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y los integrantes morados. La también vicepresidenta ha dado orden de ponerse de perfil ante esta tormenta y no sacudir el avispero. Con Sumar en una etapa tan temprana, la ministra gallega no quiere problemas, Aunque ello le lleve a enfrentarse a Pablo Iglesias y a Ione Belarra.
La exclusiva de Crónica Libre está dando que hablar. Sea como sea, los audios publicados por este medio han venido razonablemente bien a Podemos para lanzar una nueva campaña de victimización y de ataques a Antonio García Ferreras. El problema es que Yolanda Díaz ha decretado el silencio ante las cámaras, aunque sí es cierto que la ministra se ha escrito con muchos integrantes de Podemos para mostrarles su total apoyo por esta situación. Fuentes de su entorno aseguran que ella comparte los argumentos de Podemos sobre los ataques recibidos, pero también que la ministra de Trabajo sigue empeñada mantenerse alejada de todas las polémicas.
La idea ya era demasiado rocambolesca de por sí. Pensar que Pablo Iglesias hubiera montado en Granadinas una cuenta a su nombre (y dos apellidos) para recibir 272.000 dólares del gobierno venezolano era algo que ni Antonio García Ferreras creía que fuera verdad. Cierto es que La Sexta dio la información no como asegura Podemos. Pero también lo es que la formación morada tiene tiene materia prima suficiente como para lanzar mensajes tipo ‘lawfare’ durante semanas, Y esta vez con razón, dadas las consideraciones del audio.
el problema es que este nuevo escándalo de Villarejo ha salpicado directamente a la relación entre Sumar y Podemos
Ahora bien, el problema es que este nuevo escándalo de Villarejo ha salpicado directamente a la relación entre Sumar y Podemos. Si ya era complicado imaginar que personas como Ione Belarra, ministra de Asuntos Sociales, o Irene Montero, ministra de Igualdad, fueran a estar en el Top 10 de la lista de Sumar, después de esto menos. La vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo se ha puesto de perfil porque solo tiene una máxima: evitar las polémicas y evitar los charcos que, a su juicio, han hundido a Podemos en cuestión de siete años.
Yolanda ha mantenido un doble juego que ha crispado en Podemos. Ha escrito a los dirigentes de la formación morada para mostrar su solidaridad e indignación por los audios filtrados, pero también se ha negado (ella y los suyos) a dar la cara por Pablo Iglesias ante los medios de comunicación. Lo último que quiere ahora Yolanda es mimetizarse con Podemos y enemistarse de paso con Antonio García Ferreras por comprar un discurso que no es suyo. Es cierto que en Podemos se esperaban esta reacción de la vicepresidenta del Gobierno, pero también lo es que no ha gustado la actitud de la ministra ante este escándalo que, entienden, también le salpica a ella. «Está donde está gracias a Pablo Iglesias».
Yolanda Díaz no quiere polémicas. Y menos ahora que ha presentado Sumar a la sociedad. Fuentes cercanas a la vicepresidenta aseguran que Yolanda ha escrito a Pablo Iglesias para mostrarle su solidaridad con la situación. El problema es que la ministra no tiene ninguna intención de hacer ninguna declaración en público. No al menos de una forma contundente, dado que entienden que le preguntarán los periodistas más pronto que tarde y que dará algunas pinceladas de indignación. Aún así, la idea es esquivar el tema de la mejor manera posible para evitar mayores malentendidos. Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno, tiene alergia a las polémicas que tanto compraba Unidas Podemos.