Hace ahora 85 años, en concreto entre el 6 y el 25 de julio de 1937, se libró una de las más duras y sangrientas batallas de la Guerra Civil, sin que dicho aniversario haya tenido apenas repercusión mediática. Aunque gracias a la iniciativa de una serie de asociaciones de reconstrucción histórica y de cultura de la defensa, se realizó una pequeña recreación.
Dicho evento de reconstrucción histórica tuvo como escenario la pequeña localidad madrileña de Navalagamella el pasado día 2 de julio, con el apoyo institucional de su Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.
La batalla de Brunete, que ocasionó en torno a 42.000 muertos y heridos entre las fuerzas contendientes del Ejército Popular de la República (EPR) y los sublevados o nacionalistas encabezados por el general de Franco, llevó además a la destrucción total a varias localidades madrileñas. Así además de la literal desaparición, luego sería reconstruida, de Brunete, afectó a otras localidades del hoy próspero oeste de la provincia de Madrid, incluida la de Navalagamella, donde se realizó una pequeña recreación de la batalla y donde se cuenta con el centro de interpretación de: “La mujer en la Guerra Civil”. Este recuerdo del conflicto fratricida se complementará próximamente con otro del material militar usado en el conflicto y la posible puesta en marcha por parte de la Fundación Don Rodrigo de una ruta en todoterrenos para visitar algunas de las varias fortificaciones y trincheras del conflicto, sitas en su boscoso término municipal.
De hecho el fortín más cercano al núcleo urbano, el denominado de la Iglesia, fue uno de los principales escenarios de la recreación de la batalla, con material de la Fundación Don Rodrigo y que estuvo a cargo de la Asociación Española de Reconstrucción Histórica (AERH) por parte de los nacionalistas y la Frente de Madrid por parte del EPR.
Los orígenes del choque se remontan a la primavera de 1937, cuando el Ejército de Franco avanzaba con relativa velocidad en el norte de España, logrando tomar el 19 de junio la ciudad de Bilbao, entrando a reglón seguido a la provincia de Santander, actual comunidad de Cantabria. Ante estos eventos, el Estado Mayor de la EPR lanzó una gran ofensiva en el sector del frente de Brunete, con el objetivo de amenazar a las tropas franquistas atrincheradas en la cercanías de Madrid, que forzaría al mando nacional a parar el ataque en el norte teniendo que desplazar refuerzos a este sector.
El ataque fue encabezado por la 11ª División republicana dirigida por Enrique Lister y compuesta por fervientes y organizados militantes comunistas, que por sorpresa rompían el frente el 6 de junio. Al día siguiente los atacantes redujeron su velocidad ya que los defensores se atrincheraban en los pueblos de la zona y aguantaron el envite, lo que dio tiempo a la llegada de los refuerzos franquistas. Además, los aviones de la Legión Cóndor alemana y la nacionalista libraron una cruenta batalla aérea contra la aviación republicana, que hasta el momento había tenido la superioridad.
Pasados 9 días el ejército republicano se había desgastado derrotando a las pequeñas guarniciones en los pueblos sitiados, además su técnica de empleo de sus poderosos carros de combate T-26 tampoco había sido efectiva, por la falta de coordinación con la infantería y la artillería propia. El intenso calor fue probablemente también un factor, aunque sobre todo la llegada de las reservas nacionales, incluida sus míticas 13ª División y V Brigada de Navarra, que motivaron el final de la ofensiva.
El 18 de julio, coincidiendo con el 1º aniversario del inicio de la sublevación que motivó la Guerra Civil, o alzamiento nacional como lo denominaba Franco, comenzó el contrataque franquista, apoyado desde el aire por la efectiva Legión Cóndor, que restableció la línea del frente, aunque dejando una escasa ganancia territorial en favor de los republicanos. Además, aunque a costa de muchas bajas tanto de material como sobre todo humanas, unas 25.000 frente a unas 17.000 de sus enemigos, el EPR logró parar momentáneamente el ataque en el Frente Norte.
Cabe destacar que la pionera del periodismo gráfico en zonas de guerra, la alemana Gerda Taro, que además era pareja del mítico Robert Capa, que cubría las operaciones del EPR, durante la fase retirada de éste, en medio del desconcierto fue atropellada por un carro T-26, muriendo en el Escorial a las pocas horas.
En el curso de dicha recreación, se pudieron ver además varias réplicas de los medios blindados participantes en el conflicto. Destacó la presencia de un Panzer I Ausf B y un auto blindado UNL-35, a los que se sumaban por primera vez un “nuevo” carro de mando o Panzerbefehlswagen Sd.Kfz. 265, basado en la barcaza de dicho Panzer I Ausf B. Además en Navalagamella se puede ver a las afueras del pueblo uno de los citados carros de combate soviéticos T-26 y un cañón antiaéreo alemán FlaK 18 de 88 mm, la versión inicial de los luego míticos ocho con ocho de la Segunda Guerra Mundial.