En 1978 nació La Segunda Oportunidad, el primer programa de televisión de seguridad vial. Sin duda, la obra por la que será recordado Francisco Costas. Un programa de gran estética televisiva y que tuvo un gran impacto en la sociedad.
Para una generación, la vida tenía un botón de marcha atrás y rectificación. A Paco Costas se les ocurrió usar la moviola del fútbol para montar accidentes de tráfico en televisión.
Hace unas fechas leía que España es líder mundial en donación de órganos. En esta sociedad tan castigada por muchos aspectos y más en estos momentos del Covid-19, aún quedan temas, llenos de esperanza, solidaridad y agradecimiento. Son muchas las personas que a lo largo del tiempo han expresado su agradecimiento por una donación recibida en la familia o la satisfacción por haber donado el órgano de un familiar fallecido, y que ponen en el lugar que merecen la importancia de la donación. Porque la donación de órganos es una realidad solidaria que necesita de todas las personas.
Sinceramente, la donación de órganos y tejidos es el gesto más solidario, gratuito y anónimo que una persona puede realizar, después de fallecer, y demostrar así que la vida no termina con el último latido, que la vida continúa, se prolonga y alarga donde existe una persona enferma que lo necesita. La cadena solidaria de la donación no termina con la donación, ni termina con la labor del personal sanitario. Enlaza con las personas que viven gracias a una donación y que por el milagro de un trasplante viven diariamente.
Todos nos deberíamos concienciar de la importancia de la donación entre otras cosas porque nos puede hacer falta a cualquiera de nosotros.
En España con una sociedad cada vez más cosmopolita, estamos llegando a una donación sin fronteras. Cada vez es mayor el número de donantes compuesto por inmigrantes. Los inmigrantes, como todos los demás, pueden ser receptores en situación de necesidad, pero se han apuntado, como los primeros, en el esfuerzo solidario de la donación. Todo esto demuestra que la donación es una tarea de todos y de todas.
Para que se hagan una idea, España ha pasado de 14 donantes por millón de población a 34,6 donantes. Esto es, de estar en la parte media-baja de los índices de donación en Europa, a tener con diferencia el índice más elevado, no ya de Europa, sino del mundo.
Es muy importante recordar que la donación de órganos cubre solo el 10 % de las necesidades globales, lo que hace que muchos países dirijan sus ojos a España como ejemplo a seguir.
En España la clave del éxito, admirado en todo el mundo, se basa en varios aspectos y en este sentido debemos mencionar a la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) dependiente del Ministerio de Sanidad, donde destaca el internacionalmente denominado MODELO ESPAÑOL “Spanish Model”, que son el conjunto de medidas adoptadas en nuestro país para mejorar la donación de órganos. Dicho modelo, ampliamente descrito en la literatura científica, ha sido recomendado por la OMS y se está aplicando en diferentes partes del mundo con resultados muy similares a los obtenidos en nuestro país.
En primer lugar, la designación de los profesionales adecuados (la mayoría médicos de cuidados intensivos) para gestionar la donación inmediata en el momento en que muere el paciente que cede sus órganos. Estos especialistas cuentan con el continuo apoyo de la ONT y sus oficinas de coordinación autonómicas.
Otro tema clave es la identificación de potenciales donantes, no solo en las unidades de cuidados intensivos, sino en los departamentos de urgencias de los hospitales y entre los pacientes ingresados.
La edad de los donantes y considerar donantes de órganos también a los mayores de 65 años es interesante. En EE.UU por ejemplo, el porcentaje de donantes mayores de esa edad es del 7 por ciento. En España, uno de cada diez donantes tiene más de 80.
Contemplar la donación no solo en el caso de muerte cerebral, en el que todas las funciones del cerebro han cesado; también en el de muerte circulatoria, en la que se han detenido la circulación sanguínea, los latidos cardiacos y la respiración (es lo que se conoce como donación en asistolia, en la que la rapidez es vital, ya que cuando el corazón deja de bombear sangre, los órganos se deterioran velozmente). Así, pueden obtenerse donaciones incluso de personas que acaben de fallecer por un ataque al corazón en plena calle.
Que toda la sociedad tenga conocimiento y se preocupe por este tema y que se extienda su conocimiento sobre la donación y el trasplante es vital y nunca mejor dicho. En España desde 1989 las cifras de donantes, pasaron de 15 personas por millón de habitantes a más de 30, números que siguen creciendo de forma sostenida año a año, en 2018 se llegaron a realizar 4.818 trasplantes.
El éxito del sistema es que ha convertido ya en rutina la donación de los órganos, al margen de las circunstancias de la muerte del donante. Hemos conseguido que los médicos que atienden a las personas al final de sus vidas hablen con estas sobre si desean donar sus órganos cuando fallezcan.
Ante todo, lo expuesto, donar es tener solidaridad es conceder una segunda oportunidad a otro ser humano. Es un acto mediante el cual una persona realiza una acción en beneficio de otra sin recibir nada a cambio. Esta solidaridad es realmente la base de la sociedad en la que queremos vivir, si se tiene en cuenta que cuidándonos unos a otros podremos sobrevivir.
La donación como la solidaridad, es un valor que debe transferirse a través de la cultura y en nuestros entornos, familiares o sociales, donde siempre exista voluntad y ánimo de ayudar a los demás. Existen otras personas menos afortunadas y que sufren, se merecen una segunda oportunidad.