Esta semana se le vio reaparecer al exlíder de Ciudadanos, Albert Rivera, en el acto de presentación del libro del ex acalde venezolano Antonio Ledezma, en un evento plagado de políticos del Partido Popular (PP). Llegó solo, se sentó en una esquina del salón que estaba reservada especialmente para él y después se le vio simpatizando con distintos miembros del grupo popular que también fueron invitados al evento por el líder opositor venezolano.
El acto fue nada menos que en la sede del Ayuntamiento de Madrid y contó con la presencia del alcalde, José Luis Martínez Almeida, también integrante del PP, quien estuvo brindando todo su apoyo al político venezolano exiliado en España desde 2017, cuando logró escaparse de la prisión domiciliaria en la que lo mantenía la dictadura de Nicolás Maduro desde 2015.
Rivera fue saludado por Ledezma, quien recordó la época en que, como líder de Ciudadanos, el político español viajó hasta Caracas para intentar visitarlo, en 2016, pero no le permitieron ingresar al edificio donde vivía el ex alcalde. Llegó, se sentó, conversó amistosamente con algunos de los presentes, se fotografió con el expreso político y salió del acto tan solo como llegó.
Esta reaparición de Rivera sucede justamente cuando reviven los comentarios sobre su supuesta intención de comenzar a colarse, tímidamente, en los encuentros del PP, para ganar simpatía entre los miembros del partido y resurgir políticamente, tras su fracaso en las filas del partido naranja y su estrepitosa salida de la sociedad con el bufete Martínez – Echevarría.
Hay que recordar que Rivera decidió darle un giro a su carrera política, tras ser dos veces candidato presidencial. A finales de 2019 el entonces líder de Ciudadanos dimitió como presidente del partido naranja y en marzo de 2020 se incorporó como socio en el despacho de abogados Martínez – Echevarría, donde tampoco dio la talla y salió dos años después de su fichaje.
Pese a que su llegada al despacho de abogados fue anunciada con bombos y platillos, su salida estuvo llena de polémica y ruido; tanto como el ruido que causó su fichaje, porque era un hecho público, notorio y comunicacional que el ex candidato presidencial no era precisamente un prominente abogado litigante, porque su experiencia se limitaba a un breve paso por La Caixa.
Lo que en principio fue una estrategia para atraer posibles negocios, clientes y oportunidades, que evidentemente se fraguó para utilizar la «popularidad» del político, acabó con un tremendo pleito legal pues los resultados en el despacho de abogados no fueron los esperados y tanto él como su mano derecha dentro del partido, José Manuel Villegas, anunciaron su salida de la firma tres años antes de lo que contemplaban sus contratos.
En el momento en que se produjo la polémica hasta se llegó a decir que la renuncia había llegado por correo electrónico y que dentro Martínez – Echeverría estaban alarmados por los bajos niveles de productividad del fichaje.
Puertas adentro del bufete, la bomba estalló en el mismo momento en que Rivera decidió hacer público el conflicto y soltar ante los medios de comunicación su salida del despacho, pues fue tomado por parte de los socios como un desafío cuyo único propósito era la de obligarlos a pagar una indemnización por su salida antes de que el contrato se terminara. Desde ese lado también saltaron amenazas de que se podrían llegar a ventilar los detalles de la contratación, si la situación llegaba a juicio.
Lo cierto es que en el prestigioso bufete acabaron hartos de la situación y dejaron colar entre los medios que la realidad era que Rivera no tenía «ni influencia ni contactos», pues lo que en principio se pensaba que iba a ser un impulso para la captación de nuevos clientes, terminó en una batalla legal que dejó muy mal parado al exlíder del partido naranja, que ahora busca a quién arrimarse para resurgir políticamente y dejar atrás sus estrepitosa caída.
Le tocará tirar de sus «contactos» a ver quién le permite acercarse y le da el empujón para que lo terminen de aceptar dentro de los populares, a ver si por con la época convulsa que están viviendo dentro del Gobierno, tras el escándalo de Pegasus, consigue un cargo para poder volver a figurar, ahora que el PP parece que ha recibido un impulso para protagonizar una nueva etapa dentro de la política española.