Un equipo internacional de investigadores ha modelado la dinámica del sarampión basándose en más de 40 años de datos recogidos en Inglaterra y Gales. Los modelos, que abarcan el período de prevención, la introducción de la vacunación y la eliminación local en la década de 1990, revelan que, antes de la introducción de una vacuna, el sarampión podría persistir tanto en los grandes centros de población como por la propagación entre conjuntos de ciudades más pequeñas.
«Los esfuerzos para erradicar la viruela y la poliomielitis ponen de relieve la complejidad de pasar del control local a la erradicación mundial», explica el autor principal del trabajo, Ottar N. Bjornstad, de la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos).
Antes de la introducción de una vacuna, el número de casos de sarampión en Inglaterra y Gales sufriría, periódicamente (a menudo bienalmente) epidemias. Este patrón, impulsado por la inmunidad de grupos, es común entre un número de enfermedades y en otros lugares. Los investigadores trataron de localizar los reservorios donde el virus persiste en los descensos entre epidemias, que son las fuentes para la reintroducción del virus en la población general en la próxima gran epidemia.
El equipo de investigación combinó la modelización espacial con los datos históricos detallados de los casos de sarampión en Inglaterra y Gales para abordar estas cuestiones. El conjunto de datos excepcionalmente detallado incluye informes semanales sobre el sarampión en casi mil lugares de Inglaterra y Gales a partir de 1944 y hasta que la enfermedad se eliminó casi localmente mediante la vacunación en la década de los 90.
El nuevo modelo de los investigadores cuantifica la influencia relativa de las diferentes fuentes de infección, incluyendo las grandes ciudades, la propagación entre pueblos más pequeños y las fuentes externas no identificables. Tras la introducción de la vacunación, la fuente de reintroducción pasó de una combinación de grandes centros y propagación local a fuentes principalmente no identificables, posiblemente fuera de estos dos países británicos.
«Tener acceso a este conjunto de datos únicos nos permitió probar estos nuevos modelos de dinámica del sarampión con un rigor sin precedentes. En el futuro, podemos aplicar lo que aprendamos de este caso de prueba para entender la propagación de la enfermedad más allá del sarampión», explica otro de los autores del trabajo, Max S. Y. Lau, de la Universidad de Emory (Reino Unido).
«El sarampión siempre ha sido el ‘organismo modelo’ de la dinámica de las epidemias y, junto con la gripe, un paradigma para entender la inmunidad de grupo. Así, a medida que el Covid-19 se acerca a la endemicidad, estos nuevos modelos pueden ayudarnos a entender y prepararnos para modelar su propagación espacial, así como a comprender el impacto que el eventual desarrollo de una vacuna podría tener en su dinámica», indican los autores, cuyo trabajo se ha publicado en la revista ‘Nature Ecology and Evolution’.
Más allá de la pandemia de Covid-19, los modelos también podrían ayudar a los científicos a comprender cómo sobreviven y se propagan las enfermedades en un momento en que una parte de la sociedad se opone a las vacunas. «Comprender los factores que impulsan la persistencia también es de creciente importancia en un contexto de creciente vacilación sobre las vacunas, lo que complica aún más la dinámica y amplifica los desafíos del control», apunta otra de las autoras, Jessica E. Metcalf.
«Nuestro modelo y la experiencia previa destacan la complejidad de erradicar un virus a nivel mundial. La viruela fue erradicada en 1977 mediante un esfuerzo mundial masivo de vacunación masiva de todos los niños, seguido de esfuerzos específicos en los puntos calientes regionales y finalmente la cuarentena local y la vacunación en anillo para aplastar el flagelo. La poliomielitis, en cambio, aunque también ha sido objeto de vacunación durante más de 50 años, sigue escapando al «golpe final», ya que se desplaza y difunde con éxito por los focos regionales de personas susceptibles para eludir la erradicación», concluye Bjornstad.