La directora del CNI está señalada. Lo está tanto por Moncloa como por la propia ministra de Defensa, Margarita Robles. El escándalo por el espionaje a líderes independentistas a través del software espía Pegasus ha dejado tocada la imagen de Paz Esteban López. No porque se llevaran a cabo estas escuchas, que arrancaron en el mandato de Rajoy, sino por dos cuestiones clave: la primera, que no tuviera control sobre lo que ocurría bajo su mandato en el Centro Nacional de Inteligencia, dado que desde Moncloa deslizan que hasta ahora han estado «a ciegas» con las operaciones llevadas a cabo por el CNI; y la segunda, porque no ha sido capaz de engrasar la relación con los centros de Inteligencia de algunos países musulmanes.
El espionaje a los independentistas catalanes estaba, según fuentes del Gobierno, aprobado por un magistrado. No hablamos de una cuestión ilegal, aparentemente. El problema es que nadie en el Ejecutivo tenía el control de lo que ocurría en referencia al espionaje a estos políticos catalanes. Los separatistas reconocieron su intención, algunos de ellos, de reincidir en el delito por el que se les había condenado. Esto motivó que el CNI quisiera controlar los movimientos que dieran los independentistas. El enfado de Moncloa viene precisamente porque Sánchez, en plena negociación con los partidos separatistas y con los nacionalistas vascos, no sabía lo que hacían los agentes del CNI. Ni él ni la propia directora. Pero esta no es la única razón por la que este alto cargo de Margarita Robles está cuestionado.
Paz Esteban López no ha sido capaz de engrasar la relación con los servicios de Inteligencia de países musulmanes
El asunto filtrado por el Citizen Lab, un centro canadiense, ha puesto un foco incómodo sobre Paz Esteban López, quien ya estaba cuestionada por otras cuestiones que nadie se atrevió a airear. El otro punto que incomoda considerablemente en el Gobierno (y también en el propio CNI) es que Paz Esteban López no ha sido capaz de engrasar la relación con los servicios de Inteligencia de los países musulmanes. El que España tenga una necesidad importante de coordinarse con estos países, tanto de África como de Asia, ha pesado considerablemente sobre el perfil de la actual directora del CNI. Sin embargo, el que esta «falta de engrase» sea por iniciativa de estos terceros países y no por falta de predisposición de Paz Esteban López ha servido para dejar en un segundo plano las consecuencias de poner a esta dirigente al frente del CNI.
El que la llegada de Paz Esteban López haya repercutido en las relaciones internacionales sí que es algo que ha llegado a oídos de quienes ocupan la Moncloa. Hay quien desliza en el Ejecutivo que es una cuestión relacionada con el «machismo» y por el hecho de que la directora del CNI es una mujer y hay quien insiste en que simplemente no se han dado los mimbres para reforzar los lazos entre los servicios de Inteligencia con otros países musulmanes, pero es una realidad que muchos afirman en el Gobierno. Sea como sea, lo cierto es que esto no ha sido un punto a favor de cara a la buena labor de Paz Esteban López.
Lo cierto es que para Moncloa es inaceptable sentirse a ciegas con los movimientos de los servicios de Inteligencia españoles. No se trata de una cuestión ilegal, tal y como detallan fuentes del Gobierno, dado que el magistrado daría el visto bueno a las escuchas a estos delincuentes que amenazaban con reincidir de forma abierta. Se trata de una cuestión de control que ha salpicado tanto a Paz Esteban López como a la propia ministra de Defensa. Que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, haya anunciado controles internos en el CNI es prueba de ello.
Ser director del CNI no es un cargo que venga de la mano de quienes componen los servicios de Inteligencia. Es un cargo político que viene tanto a propuesta del o la ministra de Defensa y del presidente del Ejecutivo. Los últimos directores han venido de la mano de los máximos dirigentes políticos, pero todos han presumido de tener controlados los movimientos que daba el CNI. En este caso, el Ejecutivo está en un problema grave porque sin el apoyo de los partidos nacionalistas e independentistas (catalanes y vascos) no tienen la capacidad de perdurar en la Moncloa. Sobre si Sánchez era consciente de todo esto, fuentes del Gobierno dejan claro que no por dos cuestiones: la primera, porque ha dado un toque de atención a la ministra de Defensa por precisamente no tener controlada la situación; y la segunda, porque ha dado el paso de implantar mecanismos de control en el CNI para frenar este tipo de situaciones.
Sobre qué pasará con el Ministerio de Defensa, es un secreto a voces. Desde el Gobierno aseguran que Sánchez no quiere nuevas cribas como la que se dio en junio de 2020 porque las elecciones generales están a la vuelta de la esquina. Lo que sí se asegura con rotundidad desde hace meses es que el presidente del Ejecutivo no quiere que Robles se mantenga al frente de Defensa. Y con ella, caerán muchos de los altos cargos que por ahí pasean. Junto con la salida de Robles, se habla de la caída de Paz Esteban López. No porque se hable mal o bien de su gestión, sino porque simplemente hablan de la necesidad de una renovación.