El Papa ha recordado a los cristianos que son «perseguidos en distintas partes del mundo» que son «más mártires que en los primeros siglos» si bien ha dejado claro que la persecución, como dice la última bienaventuranza, conduce a la «alegría escatológica de los perseguidos por la justicia».
«Los cristianos perseguidos son los miembros sangrantes del cuerpo de Cristo que es la Iglesia», ha señalado el Papa durante la audiencia general de este miércoles que ha celebrado desde su estudio privado en el Palacio Apostólico por las normas del confinamiento para mitigar el efecto de la pandemia.
Francisco ha recordado así a los cristianos que, a su juicio, son perseguidos en la actualidad «más que durante los primeros siglos del cristianismo», como lo fueron durante las dictaduras de Europa del siglo pasado «con encarnizamiento».
Durante su catequesis, el pontífice ha concluido sus reflexiones sobre las Bienaventuranzas del Evangelio y en concreto ha analizado la última: ‘Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos’ que para el Papa anuncia la «felicidad» de que «el reino de los cielos es para los perseguidos como para los pobres de espíritu».
Francisco también ha subrayado que el testimonio cristiano muchas veces se convierte en una molestia para el sistema de la codicia. Así ha señalado el testimonio cristiano «incomoda a quienes tienen una mentalidad mundana» porque «lo viven como un reproche».
«Cuando aparece la santidad y surge la vida de los hijos de Dios, en esa belleza hay algo incómodo que exige una postura: o se cuestiona y se abre a la bondad o se rechaza esa luz y se endurece el corazón, incluso hasta la oposición y el ensañamiento», ha manifestado.
Así ha llamado la atención sobre cómo en las persecuciones de los mártires «crece la hostilidad hasta el ensañamiento». «Basta ver las persecuciones del siglo pasado de las dictaduras europeas: cómo se llega al ensañamiento contra los cristianos, contra el testimonio cristiano y contra la heroicidad de los cristianos», ha destacado.
De este modo, ha señalado que el drama de la persecución es también el lugar de la liberación del sometimiento al éxito, la vanagloria y los compromisos del mundo. Y ha añadido: «Es doloroso recordar que, en este momento, hay muchos cristianos que sufren persecución en varias partes del mundo, y debemos esperar y rezar para que lo antes posible su tribulación se detenga. Son muchos: los mártires de hoy, hay más mártires que en los primeros siglos. Expresemos a estos hermanos y hermanas nuestra cercanía: somos un solo cuerpo, y estos cristianos son los miembros sangrantes del cuerpo de Cristo que es la Iglesia».
Asimismo, el Pontífice ha advertido a los cristianos de la tendencia a leer la última Bienaventuranza «de una manera victimista» o «autocompasiva». De este modo, ha dejado claro que «el desprecio de los hombres no es sinónimo de persecución».
Y ha concluido: «Debemos ser fieles al camino humilde de las Bienaventuranzas, porque es eso lo que lleva a ser de Cristo y no del mundo. Vale la pena recordar el camino de San Pablo: cuando creía ser un justo, era de hecho un perseguidor, pero cuando descubrió que era un perseguidor, se convirtió en un hombre de amor, que afrontaba con gusto los sufrimientos de la persecución que sufría».