El doctor Pablo González, investigador del grupo de Volcanología del IPNA-CSIC, afirma en un artículo publicado en la revista ‘Science’ que la erupción de Cumbre Vieja, en La Palma, puede ser una «oportunidad» para estudiar y comprender el colapso de los volcanes.
González relata que el magma que alimenta los volcanes de Canarias, al igual que en otras muchas islas oceánicas, asciende a la superficie a través de diques, concretamente conductos relativamente verticales, planos y muy alargados, es decir, mucho más largos de lo que lo son en anchura. El eje más largo se orienta en una dirección que suele coincidir con una línea de debilidad del volcán.
Este patrón, prosigue, se cumplió durante la mayoría del transcurso de la erupción de 2021 pero se quebró durante la segunda mitad de noviembre. A partir de ese momento y hasta el final de la erupción, unas fracturas y bocas eruptivas rompieron la superficie de terreno en otra dirección (este-oeste).
González subraya la relevancia de este «sorprendente hecho» e invita a los especialistas del campo a prestar mayor atención a estos indicios puesto que en ellos podría encontrarse la respuesta que permita a la comunidad científica «entender mejor» qué produce el colapso de los volcanes.
De este modo, indica que la erupción, que tantos daños ha ocasionado, podría convertirse también en una oportunidad para avanzar en estos conocimientos y ayudar a los habitantes de las islas a «vivir de forma más segura a la sombra de un volcán».
Además, señala que el colapso de los volcanes es un fenómeno cada vez más frecuente, poniendo como ejemplo el volcán Santa Helena en 1980 o en diciembre de 2018 en el volcán Anak Krakatau, en Indonesia. El autor recuerda que hace 60 años desde que el profesor Telesforo Bravo publicara un estudio relativo a la geología subterránea de la isla de Tenerife.
DEPÓSITOS SUBMARINOS FRUTO DEL COLAPSO
En ‘Sobre el circo de Las Cañadas y sus dependencias’, este pionero de la disciplina en el archipiélago postulaba una idea radical: los valles en forma de herradura que se abren hacia el mar y que plagan son consecuencia de colapsos masivos de volcanes que crecen rápidamente.
Tan sólo dos años más tarde, el americano James Moore publicaría mapas de los fondos marinos alrededor de las islas de Hawai’i. Esos nuevos mapas batimétricos eran «pruebas irrefutables y reveladoras» de la existencia de colosales depósitos submarinos debidos a estos colapsos, detalla.
Desde entonces, apunta que la ciencia ha avanzado mucho pero los mecanismos capaces de debilitar hasta el punto del colapso de los volcanes «siguen siendo desconocidos». González reconoce que Cumbre Vieja ha sido identificado desde hace tiempo como «candidato a un futuro colapso» pero no existe una opinión unánime entre la comunidad científica respecto al impacto que generaría.
Así, se han simulado un gran número de escenarios modelo que indicarían desde futuros catastróficos a efectos muy locales y esta disparidad de opiniones es indicativa de la gran falta de conocimientos con los que refinar estos pronósticos. Por ello, apunta que el «único remedio» es realizar investigación rigurosa y de carácter multidisciplinar.