El presidente de Galicia y futuro líder del PP, Alberto Núñez Feijoo, está todavía algo aletargado tras la decisión del presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, de echarse en brazos de Vox para prolongar su mandato durante cuatro años más. El enfado es, según las fuentes del Partido Popular, tremendo. Pero lo cierto es que Feijoo aún no es el presidente de la formación. El actual líder popular, Pablo Casado, ya ha mostrado su desacuerdo y el líder de la Xunta ha aprovechado la coyuntura para lanzar un aviso a navegantes muy teledirigido al presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla. Recurrir a Vox no es una opción. Solo queda la vía de la «gran coalición». Una idea que no gusta en el PP andaluz porque reduce drásticamente sus opciones de gobierno. Y más cuando hay encuestas privadas de Vox que hablan de que Macarena Olona ganaría hasta en cinco provincias.
Juan Manuel Moreno Bonilla lo tiene difícil. Vox pisa fuerte en Andalucía y si el actual presidente de la Junta quiere gobernar solo tendrá la muleta de Macarena Olona para gobernar. Desde la formación de Abascal insisten en que exigirán tocar moqueta para dar su apoyo.
Esto es una complicación para Moreno Bonilla dado que Ciudadanos está en vías de desaparición. La obligación de no pactar con Vox complica mucho la situación electoral del presidente de Andalucía, pero en el PP tienen esperanzas en que no haga falta uan repetición electoral. Hablar de mayoría absoluta es complicado, pero tampoco se creen en Génova que Macarena Olona vaya a arrasar hasta el punto de salir victoriosa en cinco comunidades autónomas andaluzas. Esto es lo que dicen algunos sondeos internos de Vox, pero no hay datos oficiales que indiquen que la tendencia al alza de Vox en esta tierra sea tan exagerada. De hecho, ni siquiera está del todo claro en el partido de Abascal que la parlamentaria Macarena Olona vaya a ser la candidata, pues ella no quiere viajar a Sevilla.
Moreno Bonilla no adelantará las elecciones, como quiso en su momento Pablo Casado. El presidente agotará la legislatura y espera dar un giro a esta tendencia con lo que resta de mandato. También queda la vía de la gran coalición. Pero lo cierto es que hablar ahora de la prohibición expresa de Alberto Núñez Feijoo no es algo que haga sentir cómoda a la Junta.
El presidente gallego ha dado un golpe encima de la mesa tras la decisión de Mañueco de no obedecer los designios de Casado ni de Feijoo. Está señalado, pero Génova poco puede hacer. El problema es que ahora el presidente de Galicia está mucho más encima de las decisiones que se vayan a tomar. Y entre ellas, el primero en ser vigilado será Moreno Bonilla. Con Vox, ni a la vuelta de la esquina.
En el Partido Popular tienen claro que cada voto que seducen de Vox supone la pérdida de tres votantes por el centro. No se pueden permitir este balance y sobretodo tampoco se pueden el lujo de acudir a las elecciones generales con más de tres pactos de gobierno con los de Santiago Abascal en las comunidades autónomas. Los próximos meses serán complicados para el PP porque quieren dejar claro que no gobernarán con Vox a costa de las comunidades. El problema es que podría costarle muchos quebraderos de cabeza (y posiblemente nuevas elecciones) a más de uno y dos barones populares. Se como sea, Feijoo tiene claro que buscará la gran coalición con el PSOE.
el presidente del Partido Popular Europeo, Donald Tusk, se ha mostrado reticente a la decisión del PP de pactar con Vox
Hasta el presidente del Partido Popular Europeo, Donald Tusk, se ha mostrado reticente a la decisión del PP de pactar con Vox en Castilla y León. Que el presidente de Castilla y León aprovechara el vacío de poder para alargar su mandato unos años (a sabiendas de que no repetirá como candidato en 2026) ha hecho mucho daño a la imagen de Feijoo, pero también ha llegado a Europa. De poco le vale a Feijoo que el polaco considere una «triste sorpresa» el acuerdo entre Mañueco y Juan García Gallardo (quien será el primer vicepresidente autonómico de Vox en España) dado que ahora tendrá que dar explicaciones hasta en las más altas instancias de los liberales europeos. La idea del gallego es poner coto de una vez por todas a estas actitudes «independientes» como la de Mañueco o la de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para que nadie le saque los colores a destiempo.
La decisión de Feijoo no es bien recibida en un sector importante del Partido Popular. Ese que representa Ayuso con Cayetana Álvarez de Toledo. El problema es que el gallego tiene claro que la moderación es la clave y no cederá en este punto. El primero en esperar las complicaciones de las decisiones de Feijoo será Moreno Bonilla. Y lo será porque no le dejarán pactar con Vox y, posiblemente, le abocarán a nuevas elecciones. El plan B de algunos populares es el de presionar a Vox para que les apoye sin reservas, tal y como ha hecho Rocío Monasterio en la Comunidad de Madrid. El problema es que esta estrategia no ha dado rédito político a Vox. La única comunidad donde han dado carta blanca al PP es la única en la que la formación de extrema derecha está a las puertas de ser un partido residual.