El pasado 28 de febrero, el presidente ruso Vladímir Putin ordenaba la entrada de sus tropas en Ucrania, dando lugar al conflicto internacional más importante en Occidente desde la crisis de los misiles de Cuba en la Guerra Fría. Con un final todavía incierto, este conflicto bélico está directamente relacionado con la geopolítica, los intereses de cada Estado y las áreas de actuación de dos actores tan importantes en la actualización como son Rusia y la OTAN.
Cuando ya creíamos más que superada la Guerra Fría, los conflictos nucleares y las ofensivas militares en Europa, la Guerra de Ucrania ha vuelto estas últimas semanas a agitar todos los fantasmas de otros tiempos. Aquellos en los que Estados Unidos y la Unión Soviética, por cuestiones ideológicas, geopolíticas y sobre todo, económicas, tenían al mundo en vilo a la espera de que se desatara la catástrofe. Pero no ocurrió y tras años de relativa paz en los países occidentales, los sucesores de aquellos dos contendientes antagónicos vuelven a agitar el avispero.
El lugar en el que el choque ha tenido lugar es Ucrania, que el pasado 28 febrero era invadida en varios puntos de su geografía por soldados rusos. Militares que actuaban bajo las órdenes del presidente Vladimir Putin y que siguen actualmente intentando hacerse con el control de todo el país, y especialmente, de su capital Kiev. Al otro lado del ring y moviendo también sus propias fichas, se encuentra Ucrania, que cuenta con el apoyo de Occidente, con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza.
Control de Ucrania
Esta lucha de poder se centra en el control de Ucrania, antigua república de la URSS, a la que el presidente Putin considera como parte de la zona de influencia rusa. Pero además de antiguos lazos políticos, Ucrania es también un lugar estratégico muy relevante en esta historia. Importante para Rusia por sus accesos al Mar Negro, e importante para la OTAN, para frenar los intereses de una expansiva rusa. Una delicada situación que ahora ha terminado por romperse.
La anexión de la península de Crimea en 2014 fue solo el comienzo y una avanzadilla de lo que estaría todavía por llegar en 2022, tras haberse hecho cada vez más fuerte la idea de que el país podría entrar a formar parte de la Unión Europea. En 2013, el presidente ucraniano por aquel entonces, Víctor Yanukóvich, que era totalmente prorruso, suspendió la firma del acuerdo y miles de personas se echaron a la calle en el país, descontentas con la decisión y logrando un cambio del gobierno, más alejado del control ruso. Al menos cien personas murieron durante las concentraciones, que fueron duramente reprimidas.
Putin aprovechó entonces la ocasión para llevar a cabo un referéndum en Crimea de dudosa legalidad, con el que anexionó la península, algo que la comunidad internacional no reconoció. Acontecimientos parecidos tienen lugar en la región ucraniana de Dombás, donde se producen conflictos violentos. Putin y el nuevo presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, inician los acuerdos de paz en 2019, se intercambian prisioneros y la situación parece estabilizarse en cierta medida.
Conflicto actual
Entre los meses de enero y abril de 2021, Rusia empieza a trasladar una gran parte de sus tropas a las fronteras con Ucrania. La comunidad internacional enciende todas las alarmas, se intentan establecer negociaciones con Putin, y se le amenaza con llevar a cabo sanciones enormes si entra en territorio ucraniano. Más o menos, la situación se mantiene en el mismo punto hasta enero de 2022, cuando las tropas rusas incrementan su actividad realizando maniobras.
El 28 de febrero, los militares rusos, a pesar de las amenazas comienzan definitivamente la invasión de Ucrania, atacando desde por varios puntos, incluida la frontera bielorrusa, tomando algunos lugares estratégicos y encaminando sus esfuerzos en llegar a controlar la capital del país y algunas de sus ciudades más importantes.