El equipo de comunicación de Vox ha declarado la guerra a prácticamente todos los medios que lleven la contraria a Santiago Abascal. No es una decisión que haya tomado este departamento de forma unilateral, sino que responde a una «lista negra» escrita por los principales líderes del partido en la que se reflejan todos los medios a los que hay que atacar. Para Vox, las redes sociales son suficientes. Esto y algún que otro agitador externo que mueva de vez en cuando el avispero. Pero lo cierto es que el partido de Abascal no quiere relacionarse con los medios más allá del puñado de periodistas que gozan de la confianza de la directiva de la formación de derechas. Tal es el grado de desafección con la mayoría de los periódicos que hay una orden interna de «no filtrar» nada a medios que no tengan el visto bueno de Iván Espinosa de los Monteros, el dueño de Vox en la sombra. Una realidad filtrada por fuentes del propio partido.
Las redes sociales bastan. Vox asegura que los medios de comunicación no son necesarios para que el partido crezca. De hecho, han utilizado en reiteradas ocasiones la falta de cobertura de los periódicos a determinados actos del partido para reflejar que son capaces de conseguir grandes resultados electorales sin el apoyo de los periodistas. Lo curioso es que haya una «lista negra» en Vox en la que aparecen reflejados aquellos medios de comunicación que el partido no quiere ver ni en pintura, algo que han reconocido a MONCLOA.com fuentes del propio partido. El equipo de prensa de Vox no solo evita todo trato con estos diarios, sino que además no les incluye en sus grupos de Whatsapp de prensa ni les informa de sus movimientos. Es una orden interna que todos (o casi todos) cumplen a rajatabla.
Estas listas negras se han hecho muy populares entre los que conocen y tratan con el partido. Hay diferentes dirigentes de Vox que lo reconocen abiertamente. El trato del partido no es necesariamente bueno si eres periodista. La política que siguen desde Vox es hostil a la prensa desde hace meses. Prueba de ello es que no acostumbran a acreditar en sus sedes a esos medios que figuran en su lista negra. Todos en el partido saben de qué digitales se tratan y ya se ha normalizado que directamente de las líneas oficiales Vox no facilitará información a estos estigmatizados diarios.
A medida que se acercan las elecciones y a cada paso que da el partido en la buena dirección, más se reafirman en la idea de que no hay que contar con los medios para crecer. El resultado en Castilla y León ha reafirmado a Vox en esa idea aún más. Pero el hecho de que no se haya dado una gran cobertura a un candidato desconocido como era Juan García-Gallardo ha empujado a Vox a seguir en su línea frente a los medios de comunicación. El partido considera que solo las redes sociales son necesarias para su causa. No quieren dar cobertura a los medios que han criticado o lanzado alguna noticia que no es del agrado de la directiva. Por no hablar de aquellas historias que hablan de los pequeños enfrentamientos internos.
OBSESIÓN POR CERRAR FILAS
El punto más débil de Vox es su estructura interna. El partido lleva bien las críticas que vengan al bloque. Si se habla de extrema derecha, lo defienden, si se habla de medidas más o menos injustas de su programa, lo debaten, pero si se habla de los pequeños enfrentamientos internos, se cruza, a sus ojos, una línea roja. La obsesión de Vox, según fuentes internas del partido de la máxima solvencia, es dar imagen de unidad. El Partido Popular se deteriora por el choque interno. El PSOE y Unidas Podemos dan un ejemplo similar, aunque con menos virulencia que el PP. Y Vox parece ser, según su relato oficial, que es el único partido del elenco parlamentario que tiene las ideas claras.
Esta obsesión por vender una imagen de unidad ha hecho que uno de los peores castigos en Vox sea airear pequeños roces internos. Las decisiones se toman de forma jerárquica y nadie se puede tomar la libertad de mencionar si Macarena Olona está de acuerdo con marcharse a Andalucía como candidata o si Santiago Abascal es un mero figurante en el partido que tiene la misión de dar la cara ante los medios (y poco más). Esta información interna, también filtrada por fuentes solventes del propio partido, es la que hace que Vox se ponga en guardia porque quieren evitar sorpresas. La máxima es que no se filtre nada relacionado con los movimientos internos del partido. Y quienes integran la formación lo saben. El caso de Mireia Borrás puede hablar también de esta política interna del partido.