jueves, 12 diciembre 2024

El comportamiento de las familias influye en el desarrollo emocional de los niños

Una investigación realizada por el profesor de la UNED Tomás Cano indaga en las causas de la brecha que existe entre las notas de niñas y niños de bajos recursos y los de clase media y alta, encontrando una respuesta en el ecosistema emocional de las familias y su impacto sobre determinadas capacidades y dificultades que luego los niños manifiestan en la escuela.

El trabajo, titulado ‘Social class, parenting and child development: A multidimensional approach’, parte del contexto de que, en todos los países donde existen datos, las niñas y los niños que pertenecen a las clases medias y altas consiguen mejores notas en la escuela que aquellos de clases más bajas. El estudio trata de entender las razones que explican esa brecha.

«La investigación partía de dos hipótesis: una, que ciertas dimensiones de la crianza –el razonamiento, la agresividad, la disciplina o el cariño– que los padres y las madres ponen en práctica en casa son clave para el desarrollo cognitivo y emocional de sus hijos. La segunda hipótesis es que estas emociones y comportamientos varían según la clase social. Es decir, que las madres y los padres de clases medias y altas se comportan con sus hijos de forma distinta a cómo lo hacen las madres de las clases trabajadoras, y que esa diferencia es clave para entender la brecha en el desarrollo infantil», explica el profesor Cano.

La Sociología o la Psicología llevan décadas analizando estas diferencias sociales. «La Sociología ha mostrado que cuanto más alta es la clase social de los padres, más interés y capacidad éstos tienen para poner en práctica estrategias familiares que den ventaja a sus hijos, como pagar clases de refuerzo escolar o vivir en barrios con mayores prestaciones. Otros estudios muestran que los padres de clases más bajas tienen peores salarios, más desempleo y mayor precariedad y, el estar expuestos a condiciones laborales tan malas, les genera un estrés que, en ocasiones, se traduce en conflictos familiares, que a su vez afectan negativamente al desarrollo infantil», señala el autor principal del trabajo.

El profeso Cano encontró en su investigación que las emociones que los padres exhiben en casa, ya sean positivas, como el cariño, o negativas, como la ira, determinan el desarrollo de ciertas capacidades y dificultades que tendrán sus hijos. Entre ellas, la autoestima, la hiperactividad, los miedos excesivos, o los dolores repetidos de cabeza o estómago.

«Que los padres sean cariñosos con sus hijos impacta muy positivamente en el desarrollo emocional de los pequeños, pero cuando los padres exhiben emociones violentas en casa, el efecto negativo sobre el bienestar psicológico de sus hijos es aún mayor que cuando las emociones son positivas. Una cuestión que encuentro interesante es que, a pesar de que estas dimensiones más emocionales de la crianza son claves para el bienestar psicológico de los hijos, no afectan tanto al desarrollo cognitivo. Por ejemplo, no afectan la memoria, la lectura o el razonamiento».

RELEVANCIA DEL PADRE, IRRELEVANCIA DE LA CLASE SOCIAL

En la segunda parte del trabajo, se analiza si existen diferencias entre clases sociales en esas dimensiones de la crianza analizadas. «Apenas las hay», dice el profesor, que añade: «Por ejemplo, a nivel emocional no hay ninguna diferencia significativa entre los padres de clases medias altas y los de clase trabajadora. Sí que hay algunas diferencias en dimensiones de la crianza menos relacionadas con las emociones, como el razonamiento inductivo, un tipo de práctica a la que los padres de clases medias y altas se adhieren más que los de clases más bajas. Sin embargo, estas diferencias eran sustancialmente muy pequeñas», dice Cano.

En opinión del autor, este trabajo es relevante porque «los resultados muestran que la desventaja cognitiva o emocional de los niños de clases bajas no parece ser la causa de un supuestamente inapropiado ambiente emocional característico de estos hogares, como varias teorías habían apuntado».

El segundo planteamiento relevante de este trabajo es que hace muy evidente la importancia de la corresponsabilidad paternal en la crianza. «Los datos que tuve para realizar este trabajo eran muy buenos y me permitieron replicar todos los análisis de la influencia de las distintas dimensiones de la crianza sobre el desarrollo infantil, tanto para las madres como para los padres. El resultado es muy claro: los hombres, cuando se corresponsabilizan en la crianza, impactan en el desarrollo de sus hijos igual que las madres», apunta Cano.

Una tercera cuestión relevante es que el desarrollo de capacidades cognitivas en la infancia está determinado por factores distintos al desarrollo de capacidades emocionales. Explica el profesor que, aunque el desarrollo emocional infantil viene muy condicionado por los cuatro aspectos de la crianza analizados en este estudio, el desarrollo cognitivo está ligado a otras dimensiones del cuidado, como la lectura o el juego educativo. «Si bien es cierto que las habilidades cognitivas y las emocionales están muy relacionadas entre sí y se refuerzan mutuamente», concede el autor.

En opinión del profesor, esta investigación es importante para la educación de los padres por dos cuestiones: «Por un lado, concienciar a los hombres que son padres de que el tiempo y la energía que dedican a la crianza influye, y mucho, en el desarrollo de sus hijos. Por otro, quizá pueda ayudar a los progenitores a tomar conciencia sobre el fuerte impacto negativo que la exhibición en casa de una emoción disruptiva, agresiva o violenta puede tener sobre el desarrollo infantil. Por lo tanto, que las madres y, sobre todo los padres, tomen conciencia tanto de su corresponsabilidad en el cuidado, como del impacto que sus propias emociones tienen sobre sus hijos», concluye.