¿Alguien recuerda alguna comparecencia del ministro de Interior o de la de Defensa? Tanto Margarita Robles como Fernando Grande Marlaska han desaparecido por completo de la vida pública (solo mantienen desayunos informativos y actos propios de sus carteras) porque saben que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tiene el rifle cargado. Fuentes del PSOE dejan claro a MONCLOA.com que los dos ministros, que mantienen un odio africano mutuo entre sí, han tomado la decisión de volar debajo del radar porque saben que el presidente les tiene en el punto de mira. Que no van a repetir en caso de que Sánchez renueve su estancia en la Moncloa es un secreto a voces, pero que está buscando una excusa para apartarles de sus responsabilidades, también.
No es que haya un anuncio de «se busca ministro» en LinkedIn en el que se especifiquen las cualidades que Sánchez busca en un socialista que aspire a formar parte de su Ejecutivo, pero todos saben de qué pie cojea el presidente. Fuentes consultadas del PSOE insisten en que Sánchez solo tiene una obsesión: «no tolera que nadie tenga más protagonismo en los medios que él». Así lo detallan fuentes de alto nivel del PSOE que insisten en que la desaparición mediática de Robles y de Marlaska, solo vistos en actos protocolarios y en algún que otro desayuno informativo en los que no lanzan declaraciones polémicas para no acaparar titulares, se debe a que saben que llevan meses en el punto de mira del presidente.
en el PSOE tenían claro que Marlaska abandonaría el Ministerio del Interior
Marlaska no convence a Sánchez por varias razones. La primera, que es más conservador que muchos del Partido Popular, tal y como detallan fuentes cercanas al magistrado. La segunda, porque tiene un perfil lo suficientemente mediático como para poder hacer sombra al presidente. Esto ha traído diferentes consecuencias a lo largo de la carrera política de Marlaska que se resumen en intentos por parte del líder socialista por apartar o enterrar al juez. Cuando Sánchez celebró las elecciones de abril de 2019, en el PSOE tenían claro que Marlaska abandonaría el Ministerio del Interior. Algunos le ubicaban en Justicia y otros directamente le veían fuera del Consejo de Ministros. Pero todos insisten en que Sánchez le quiso entonces apartar, una tendencia que se ha mantenido durante estos años y que ha llevado incluso a altas instancias el rumor de que querían echar de Interior a Marlaska. Fue la falta de sustituto la que dejó al juez en el cargo.
El ministro del Interior es consciente de las pretensiones de un presidente del Gobierno con el que mantiene poca interlocución. «Está claro que no goza de la confianza del presidente», detallan fuentes solventes del Gobierno. Sin embargo, sobrevive gracias a que ha aprendido a mantener un perfil discreto y gris. Algo que siguen a rajatabla todos los altos cargos que han ido de la mano con el titular de Interior, como es el caso del secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez.
El caso de Robles es similar. Sánchez la mantuvo en el poder solo porque se mantuvo leal al presidente cuando Susana Díaz intentó asaltar Ferraz. Esta lealtad le ha valido un ministerio. Sin embargo, la relación entre Sánchez y Robles no es tan buena como le gustaría a la ministra. La obsesión de la titular de Defensa de colocar a sus «margaritos» por todas las instituciones para asegurarse un futuro laboral decente no es ajena al presidente. Además, las continuas interferencias de Robles en el Gobierno a la hora de tratar la renovación del CGPJ tampoco han ayudado y le han costado a la ministra, según fuentes de alto nivel, más de una bronca por parte de Sánchez. Sin embargo, que el líder socialista la quisiera colocar en la Comunidad de Madrid como candidata para fajarse con la presidenta autonómica Isabel Díaz Ayuso y que Robles dijera que no fue la puntilla que dejó a la socialista más fuera que dentro del Ejecutivo.
Robles lo sabe. Por eso hay «margaritos» revoloteando por el Tribunal de Cuentas, por el Constitucional y por los ministerios. Pero aún así, para no encender los ánimos de Sánchez, la ministra de Defensa ha pasado a protagonizar un perfil discreto dado que conoce perfectamente que el punto más sensible de Sánchez es que alguien tenga más protagonismo que él. La ministra tiene la capacidad de hacer sombra al presidente porque es el perfil socialista más respetado en el PP.
Que Robles y Marlaska sigan la misma estrategia de supervivencia es poético dado que entre ellos existe un odio africano conocido por todos en el Gobierno. «No se soportan», aseguran fuentes del Gobierno. Es cierto que han protagonizado roces a la hora de colocar o quitar a determinados perfiles en cargos clave. Félix Azón, el «margarito» primigenio y fetiche de Robles fue apartado por Marlaska tan pronto como pudo debido a varias razones que van desde su «incompetencia», tal y como relatan las fuentes, hasta su lealtad «exagerada» a la ministra de Defensa. Sin embargo, a puerta cerrada reconocen abiertamente su mala relación.