sábado, 23 noviembre 2024

FG dimite de todos sus cargos en BBVA

Y al final cayó. Francisco González, el banquero que se creyó inmune a sus propias artimañas, finalmente ha tenido que dejar el BBVA, la entidad financiera a la que ha dedicado gran parte de su vida. El Villarejo que usó a su antojo, creyéndose más listo que nadie, se ha vuelto en su contra años después. Deja los cargos de presidente de honor del banco y de la fundación. Ahora será un jubilado más.

Esta decisión se produce justo a las puertas de una Junta de Accionistas que se prevé como la más tensa de los últimos años. Y es que la situación emitía un hedor insoportable. Más esta semana cuando MONCLOA.com publicaba nuevas aventuras, esta vez contra el constructor Fernando Martín.

Eso le podrá llevar a ver más a su Real Madrid, aunque tiene su reputación por los suelos. Porque FG era muy de derechas y del Madrid. Como dios manda. Así es Francisco González, el expresidente de BBVA. Tras la salida de César Alierta de Telefónica, FG fue el último ‘negrito’ que quedaba de las privatizaciones realizadas por el Gobierno de José María Aznar, término que en las instancias cercanas al poder se utiliza para definir a los presidentes de corporaciones colocados a dedo en la ola privatizadora de finales de los años noventa del pasado siglo.

La filiación política del presidente de BBVA siempre ha estado fuera de toda duda y las ha tenido tiesas con el PSOE, especialmente en la etapa de Zapatero cuando salvó in extremis un órdago lanzado por la Sacyr de Luis del Rivero en una operación de asalto respaldada por el entonces ministro de Industria, Miguel Sebastián.

Ahora ya conocemos que detrás de todo eso se cocinó una de las tramas de espionaje más surrealistas que ha dado la historia de España. Y es que durante la investigación que ha llevado a cabo MONCLOA.com se ha podido ver el reverso más tenebroso de la figura de Francisco González. Alguien que controló a los medios y gastó una cantidad ingente de euros en saber qué querían hacer los demás.

FG EN EL PLANO PERSONAL

Pero ahora González tendrá tiempo y lo podrá dedicar al club merengue, una afición que viene de lejos, quizás porque su provincia natal (Lugo) no tiene equipo en Primera División. El banquero gallego asiste a los partidos que juega el Madrid en el Santiago Bernabéu pero nunca se le puede ver en el Palco, lugar que evita frecuentar para no cruzarse con políticos, empresarios y periodistas, de los que huye como de la peste.

El expresidente de BBVA disfruta del juego del Real Madrid desde su asiento de abonado, y ahora lo hará más que nunca, como uno más de los miles de socios que acuden al coliseo blanco y se llevan el bocadillo de casa. Los que le conocen aseguran que una de las grandes obsesiones de González es limpiar su imagen de enchufado del PP en particular y del mundo político en general, motivo por el cual se aleja de los focos y elude los saraos siempre que tiene la posibilidad de hacerlo. Aunque ahora todo eso será más complejo.

En lo personal, González es una persona famosa por mantener las distancias y, en ocasiones, por ser un hombre hosco y antipático, aunque cuando baja las defensas es un hombre afable y sencillo. Él se defendía en una reciente entrevista a ABC justificando su actitud por la “necesidad de mantener las distancias para que ninguna sombra de duda se cierna sobre la independencia del banco”. Ahora, gracias a sus actividades de espionaje desde 2004, todo eso ha cambiado.

Sirva como ejemplo su oposición numantina a ceder a presiones políticas como sucedió el caso de la salida a Bolsa de Bankia, operación en la que no participó BBVA a pesar de las peticiones/presiones que recibió del Palacio de Moncloa y del Banco de España.

LOS NÚMEROS ROJOS DE FG EN BBVA

Su trayectoria en el banco ha sido como la del Titanic. La capitalización no ha hecho más que desinflarse. Cuando entró por la puerta FG, era de 50.620 millones de euros. Sus números han menguado hasta los 31.522 millones de euros. Por tanto, la rentabilidad negativa ha sido del 37,7%.

Es que ha retribuido a los accionistas con 22.000 millones de euros, podrían decir sus seguidores. Casi la misma cantidad que ha pedido en ampliaciones, podrían argumentar sus detractores. Además, estos últimos podrían situar en la balanza otro hecho de los que escuecen, aunque las comparaciones dicen que son odiosas.

Allá por el año 2000, la capitalización de su gran rival, Banco Santander, era pareja a la de BBVA. Hoy, está situada en 64.783 millones de euros. Por tanto, frente a los números rojos del 38% de BBVA, la entidad de la llama roja ha tenido números verdes: 27,9%.

Dicho de otra manera, aquel inversor que pusiera 100.000 euros en una y en otra entidad hace 18 años, vería el banco azul como un auténtico desastre, ya que su dinero habría menguado hasta los 62.300 euros, mientras que la entidad ahora presidida por Ana Botín le habría reportado 127.900 euros. Por eso, la junta general de accionistas durante los últimos años ha sido un altavoz para denunciar tamaña pérdida. FG ponía cara de palo y escuchaba impertérrito el rapapolvo. Tocaba tragar.

El mal momento de la acción, por tanto, le ha hecho acreedor al título de banco menos rentable en lo que llevamos de siglo. La máxima de que todo dirigente debe maximizar valor para sus accionistas no ha sido un mantra cumplido. Incluso durante 2015 llegó a salir del top ten de bancos sistémicos mundiales.