Parecía ambicioso decir que un magistrado de la altura de Ignacio Espinosa sería capaz de tender puentes entre el Ministerio de Consumo y el de Defensa. Sin embargo, no lo es tanto que el tío del ministro Alberto Garzón es un nexo de unión entre el propio coordinador de Izquierda Unida y la socialista Margarita Robles. Espinosa es un «margarito» conocido en toda la judicatura. Su cercanía a la que fue vocal del Consejo General del Poder Judicial es conocida por todos. Dentro de la estructura interna de los «margaritos», no tiene los galones que pueda tener el consejero del Tribunal de Cuentas Diego Íñiguez o Félix Azón, pero sí que se le conoce por su cercanía a la titular de Defensa. Esta buena relación con dos ministros le ha valido al tío de Garzón el que su nombre esté en el bombo de los vocales que podrían ir al CGPJ si Pablo Casado no hubiera bloqueado las negociaciones desde hace tres años. Espinosa no será vocal, pero si se abre la veda, será de los pocos propuestos por Podemos que no generará fricciones con el PSOE.
Ya fue un escándalo cuando se hizo público que Podemos quería colocar a Espinosa, tío del ministro Garzón, como vocal del CGPJ. Esto ocurrió hace años, en diciembre de 2020. Pero lo cierto es que a día de hoy, Espinosa es uno de los magistrados que más fácil tiene entrar como vocal en el CGPJ dada la poca fricción que genera entre Podemos y el PSOE su posible nombramiento. Margarita Robles cuida a sus «margaritos». Y esto implica alabar la propuesta de Podemos porque Espinosa, al fin y al cabo, le es más leal a Robles que al propio Garzón, por más que oficiara su boda. Desde hace meses, Espinosa sigue con detalle todos los avances que hay en las negociaciones entre el PP y el PSOE para renovar el CGPJ. Pero parece que la decepción se ha impuesto a sus esperanzas navideñas dado que Casado y Pedro Sánchez aún mantienen posturas muy alejadas.
Cuando hablamos de Ignacio, hablamos de un magistrado que durante 15 años fue el presidente del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja y que, además, ha sido candidato al Tribunal Constitucional y al Tribunal Supremo. Mientras hacía esto, en 2017, cuando su sobrino no era todavía ministro, se dedicó a oficiar la boda de Garzón, esa misma en la que se sirvió solomillo y foie para todos los invitados para poco después criticar el consumo de carne y las macrogranjas.
La relación con Garzón es buena, pero no necesariamente le ha valido para crecer a nivel profesional. Ha sido Margarita Robles la que ha tutelado la carrera de Espinosa (como la de todos sus margaritos) y la que ahora le permite la posibilidad de entrar en el bombo de los futuros vocales del Consejo. Tener a Robles de tu parte a la hora de proponer o elegir los futuros representantes del CGPJ es vital dado que Sánchez y toda Presidencia de Gobierno no tienen ni ojos ni oídos en la judicatura. O al menos creen no tener a muchos magistrados de confianza a su alrededor. El aval de Robles (una de las pocas socialistas que presume de conocer bien las entrañas del Consejo General del Poder Judicial) es fundamental para salir adelante con el apoyo del partido.
Espinosa no es el «margarito» más destacado ni uno de los magistrados con más renombre
Espinosa no es el «margarito» más destacado ni uno de los magistrados con más renombre. O al menos no de cara a las formaciones políticas progresistas. Hay otros que le adelantan por la izquierda y que tienen mucho más aval de los partidos. Sin embargo, la doble condición de «margarito» y tío de un ministro le ha convertido en uno de los que menos fricciones genera a la hora de proponer nombres de magistrados para ser vocales del CGPJ. Más incluso que otros magistrados que están en el bombo y que pese a tener el radical apoyo de sus respectivos partidos, suponen un problema para terceras personas.
EL FANTASMA DE LOS MARGARITOS
Un fantasma recorre el Gobierno de España: el fantasma de Margarita Robles. La ministra de Defensa cuenta con auténticos hooligans que la han idolatrado a lo largo de su carrera profesional y esto les ha sido muy rentables en términos de ascenso profesional.
Hay un pequeño equipo de fieles seguidores de la socialista que, pese a que hace años mantenían un cargo discreto (ya fuera como sociólogo, militar o magistrado), han ascendido como la espuma gracias a Robles. Este grupo de aduladores profesionales es conocido off the record como “los margaritos”. Su pasión por la ministra de Defensa les ha llevado lejos. A cada uno en un punto distinto, pero lejos. Sin embargo, lo que cuentan fuentes del Gobierno es que la presunta bondad de Robles viene con factura y, sobretodo, con intereses. Que el Tribunal de Cuentas, el Ministerio de Defensa o el de Justicia esté trufado de “margaritos” es una decisión estratégica de la propia ministra que espera que le ayude en su futuro laboral. Pero tras su paso en el ministerio, ¿dónde acabará Margarita?