Vox no ha dejado de dar tumbos a nivel de estrategia política desde que llegó la pandemia del coronavirus. Primero se tiraron al cuello del Gobierno del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por su gestión de la crisis. Luego se lanzaron a atacar al Partido Popular tras entender que su nicho de voto se estaba escorando hacia Pablo Casado. Y ahora han vuelto a modificar su estrategia por una más elaborada, al menos sobre el papel: ahondar en la fractura interna que separa cada vez más a Podemos y al PSOE.
Para ello, ya han dado el primer paso, que no es otro que preguntar a la ministra de Defensa, Margarita Robles, contraria a la doctrina impuesta por el vicepresidente Pablo Iglesias dentro del Ejecutivo, si consideran al líder de Unidas Podemos apto y si cumple «los requisitos de seguridad» para formar parte del consejo de control del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
Aunque parezca una pregunta inocente, según ha podido saber MONCLOA.COM, tras ella se esconde otro plan, que no es otro que provocar al ala moderada del PSOE para que haga públicas sus diferencias con un vicepresidente que ha impuesto una doctrina social en el Ejecutivo que muchos dentro del partido consideran «extremista». Especialmente por la renta mínima que Iglesias ha logrado llevar adelante.
Vox quiere aprovechar la próxima sesión de control al Gobierno en el Congreso para que la ministra de Defensa, Margarita Robles, de su opinión en público sobre Iglesias. Ya no solo por el hecho de que haya impuesto la ideología de los suyo en el Gobierno, sino porque Iglesias se ha reforzado en la comisión de control de CNI aprovechando la coyuntura. Y que tenga acceso a secretos de Estado alguien como el vicepresidente y líder de Unidas Podemos no es del agrado de la oposición.
Como en todo, la pregunta es formal, pero una vez hecha es donde empezarán las provocaciones para ver si el ala moderada del PSOE está completamente sometida a la disciplina de partido o si se desmarcará para dejar entrever que las costuras que unen la coalición no están bien apretadas. ¿Cumple el vicepresidente Pablo Iglesias los requisitos de seguridad para acceder a información reservada y confidencial del CNI?», es la pregunta que Vox ha registrado, pero lo que esconde es mucho más.
En el PSOE, hay muchos ministros que son contrarios a la doctrina de Iglesias. La vicepresidenta Nadia Calviño, el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, o la de Defensa son algunos de ellos. Sánchez, centrado en sacar dinero de la Unión Europea, ha delegado completamente la política social en Iglesias, y éste ha aprovechado para desarrollar medidas estrella de su programa que hasta hace unos años parecían desactualizadas.
Que Calviño o Ábalos se hayan opuesto no ha servido de mucho, pues su papel en el Gobierno parece más centrado en arreglar los platos rotos que deja Iglesias, como mantener el equilibrio con la CEOE y Cepyme, a quienes Iglesias no ha tenido en cuenta en ningún momento a la hora de aprobar la renta mínima.
Vox, entre tanto, ha adoptado bajo la doctrina de su líder, Santiago Abascal, la política del ventilador. Atacan al PSOE, atacan a Podemos y se tiran al cuello de los que serán sus futuros aliados políticos: el PP. Tal es el ruido que ha hecho el partido de Abascal que está en el ojo del huracán de la tormenta mediática de la pandemia. Puede salir bien o mal, pero por lo pronto incluso el director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), José Félix Tezanos, les auguran un resultado electoral mejor en detrimento del PP.
Vox de momento no quiere aliados. Solo quiere sangre política, que se cobren responsabilidades por la gestión de la crisis del coronavirus y que incluso el PP, al que tanto ha criticado por apoyar las medidas de Sánchez, también vea erosionada la confianza de los ciudadanos. Solo le queda Ciudadanos, a quien por cierto ya ha lanzado alguna que otra crítica por lo mismo.