El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está de enhorabuena con la subida del IPC. Se ha disparado un 5,4% anual y la bolsa de la compra es la más cara en muchos años. Todos los españoles pagan más por la gasolina y por cualquier producto, pero de todo esto hay un beneficiado: el Estado. El Gobierno ha recaudado en octubre de este año 37.494 millones de euros, un 26,3% más que en el mismo mes de 2020. Todo porque cuando pagas más por todo, el Estado cobra más de IVA. Desde el Ejecutivos deslizan que no es viable esta comparativa dado que en 2020 con la pandemia todos los precios descendieron considerablemente como consecuencia del parón de la actividad económica. Pero en 2019, año en el que el coronavirus aún no había hecho acto de presencia en nuestras vidas, el Estado recaudó en impuestos 33.889 millones, es decir, alrededor de 3.000 millones menos que en 2021.
Estas cifras no vienen mal al Gobierno, pero tampoco es que estén llenando las arcas públicas. No se puede decir que el Estado se haga de oro dado que tras la pandemia se ha disparado (más) la deuda española, que ahora, según los datos oficiales, tal y como se reflejó en el primer trimestre de 2021, es del 125,3% del PIB. Y quien paga toda esta situación tan poco sostenible son los españoles. Nadie más.
Sánchez se ha comprometido con Bruselas para nuevos cambios y nuevos impuestos
Que Sánchez haya conseguido recaudar un 26,3% más en octubre de este año que en el mismo periodo de 2020 no es una mala noticia para el Ejecutivo porque Sánchez tiene la presión de Bruselas para cuadrar las cuentas. La UE es comprensiva, pero hasta cierto punto. La pandemia ha flexibilizado las exigencias de Europa en materia de objetivo de déficit, pero aún así el Gobierno está obligado a presentar unos Presupuestos y unas cuentas sólidas que hagan viable y «rentable» el Estado. Recaudar más es el primer paso, pero a Sánchez no solo le conviene que el IPC se mantenga así para que no bajen los niveles de recaudación, sino que se ha comprometido con Bruselas para nuevos cambios y nuevos impuestos como son los peajes obligatorios para elevar aún más la capacidad recaudatoria del Estado.
Desde el PSOE aseguran que una de las razones por las que no se mete mano en el hecho de que se haya disparado el IPC es porque el Gobierno no se puede permitir el lujo de rebajar el nivel de recaudación. El presidente no mete mano en los impuestos que gravan la gasolina, el diésel o directamente en el IVA porque no se puede permitir de cara a Europa el hecho de reducir la recaudación. Presentar en Bruselas un 26,3% más de recaudación es una noticia estupenda para varias cuestiones. Primero para dejar entrever que España es un Estado sostenible o que la menos lo será. Y segundo porque los fondos europeos aún pendientes de entrega dependen de lo sostenible que sean las cuentas que presente el Gobierno. Algo que obsesiona a Sánchez dado que quiere un 2022 plagado de subvenciones.
La gasolina se paga al mismo precio (o más) que en Zürich, ciudad donde el salario medio triplica el de España. La cesta de la compra está disparada porque el hecho de que la luz sea mucho más cara también repercute en el coste de producción de los alimentos. Y las empresas son menos competitivas porque se ven obligadas a subir los precios de sus productos. Todo este escenario poco preocupa a Sánchez dado que está más pendiente de Europa y de las cuentas que de la cesta de la compra de los españoles. Y si que ellos se aprieten el cinturón beneficia sus intereses, bienvenido sea.
Los informes oficiales reflejan que Sánchez disparará la recaudación en 2021 con respecto a 2020. Pero también dejan claro que el paso del coronavirus dejará al Gobierno mucho más dinero en impuestos que antes de la pandemia. Por lo pronto, en octubre de 2021 se ha recaudado 3.000 millones de euros más en impuestos que en el mismo mes de 2019. Algo a lo que habrá que añadir los nuevos impuestos y las nuevas tasas que impondrá el PSOE en caso de que gane las elecciones.
LOS PEAJES
La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, ha recogido el testigo de su predecesor, José Luis Ábalos, en materia de peajes y ya tiene un esbozo de cómo será el nuevo modelo. El mayor problema hasta ahora para el ministerio había sido el cómo decirlo. No es fácil tras una pandemia, una crisis económica con no muchos precedentes y con el coste de la vida (gasolina y electricidad a la cabeza) por las nubes anunciar a los españoles que pagarán por coger cualquier autovía o autopista española. Pues bien, Raquel Sánchez ha decidido lanzarse a la piscina sin contemplaciones y ha anunciado cómo será ese modelo de peajes. Y la clave será que quien sufrirá las peores consecuencias serán aquellos propietarios de coches que más contaminen. Si tienes un coches desde hace 20 años, te crujirán. Si te has comprado el último modelo eléctrico de Tesla, serás bienvenido. Si tienes una C15, mejor ni te asomes por la autopista. No han entrado sobre cuestiones de clase social, solo ambientales.
La ministra de Transportes se ha quitado el problema de la comunicación de golpe. Es curioso que haya cambiado el estilo de Ábalos dado que todo su equipo es exactamente el mismo que el de su predecesor. Aún así, el Gobierno está necesitado de ingresos para contentar a Europa y sobretodo para no condicionar las ayudas europeas más de lo necesario, razón por la que Sánchez ha salido al paso a anunciar que habrá peajes y que quienes pagarán serán los que más contaminen. El concepto es un poco como el estacionamiento regulado de Madrid. No se tienen en cuenta criterios económicos (al menos no se mira la renta ni la situación laboral o económica del ciudadano o ciudadana que pretenda usar la carretera) ni de ningún otro tipo. Solo se habla de criterios ambientales y de impuestos a los que tengan un coche que contamine.