En un mundo caracterizado por la prisa y la inmediatez constante y en plena revolución de lo instantáneo, nace un lugar lleno de paz, un espacio donde el amor por el trabajo bien realizado y la calma y delicadeza que requiere la artesanía se respiran en cada rincón.
Entre los bosques y las montañas de Cantabria se encuentra Ángela, las manos, la cabeza y el corazón del Talleruco, una pequeña factoría de color que rebosa magia en cada pieza que elabora de manera completamente artesanal.
Sus joyas encantadas son un reflejo de los nuevos tiempos: el arte de la milenaria técnica millefiori (Murano), a través de un material como la arcilla polimérica, da vida a piezas absolutamente únicas y mágicas, repletas de colorido, como extravagantes flores con cierto toque oriental, que harán las delicias de las personalidades más exigentes y originales.
En un momento en el que todo tenía que ser para ayer, la artesanía permite parar, reflexionar y capturar un momento, retomar el valor de lo local, creativo y humano de lo que son las personas y de lo que tienen. «Nadar a contracorriente es difícil, pero hay que darle a la artesanía el lugar de honor que merece y no dejar que mueran las tradiciones» son las palabras de Ángela.
Con esta premisa y en plena revolución tecnológica y de lo inmediato, aunque resulte paradójico, se han acortado las distancias: el mercado artesanal es pequeño y está diseminado, cosa que, sumada al COVID-19, dificulta el contacto con el consumidor.
Internet soluciona este problema y brinda la oportunidad al comercio local de acercarse al arte.
A este resurgir de la artesanía se une Talleruco que, tras 14 años de experiencia en el trato personal, inaugura su espacio digital a través de su web y tienda online.
Dejarse llevar por la magia en esta factoría de color es posible, accediendo a talleruco.es.
«Este año, regala algo más que un objeto, regala una historia, regala un trocito de corazón, regala artesanía», invita Ángela.