El vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias está cada vez más cerca de conseguir llevar adelante una de sus medidas estrella: la renta mínima. Sin embargo, las presiones del ala moderada del PSOE han conseguido taimar la dimensión de lo que era un proyecto mucho más ambicioso. Iglesias pretendía en sus inicios que los ciudadanos, por el mero hecho de serlo, recibieran un ingreso mínimo vital de una cantidad indeterminada, pero el proyecto que llevará adelante el Gobierno en España estará más controlado y beneficiará con alrededor 590 euros al mes y de forma temporal a un millón de familias, aproximadamente, según las estimaciones del Ejecutivo.
Hay dudas, pero se disipan con el paso de los días. Está claro que la crisis del coronavirus dejará el país en una situación complicada y habrá familias que entrarán en riesgo de exclusión social. Es por eso que, en vez de buscar beneficios indirectos, como eliminar impuestos o dar otro tipo de facilidades, Iglesias ha decidido que lo mejor es inyectar el dinero en el bolsillo de los ciudadanos. La renta básica que dará el Gobierno no será el ingreso mínimo universal que tanto ha gustado a Iglesias. No lo recibirán todos los ciudadanos por el mero hecho de serlo, sino que será una ayuda, similar al paro, que buscará incentivar la economía desde los estratos más bajos.
La crisis del 2008 dejó sin poder adquisitivo a la mayoría de los españoles. Los salarios bajaron y todo se contrajo, algo que agravará las consecuencias de la crisis económica que sucederá a la sanitaria. Iglesias vende como un éxito personal (y lo es) el haber conseguido algo que en países como Estados Unidos, Brasil o Francia ya no se ve con malos ojos, una renta mínima que ayudará a los más golpeados por la crisis a mantenerse dentro del sistema.
El presidente de EE UU, Donald Trump, poco tiene que ver con el líder de Podemos, pero también ha anunciado una ayuda de 1.200 dólares a quienes se vean más golpeados por la crisis. Esta práctica keynesiana se ha impuesto en los países que presumen del Estado del Bienestar, pero para Iglesias se ha quedado corta.
Las pretensiones de Iglesias se han recortado por dos puntos: el primero, la temporalidad, ya que el líder de Podemos quería que esta fuera una medida que se registrara como estructural para el Estado y finalmente será algo temporal; y el segundo, el ratio, es decir, la cantidad de gente que se verá beneficiado por esta medida. El problema principal que critican los economistas más liberales es que con esta renta se generará una inflación que no beneficiará a nadie. Pero desde Europa, ya no Podemos, parece haber cambiado la perspectiva.
Hay dentro del Gobierno gente que no está de acuerdo con que Iglesias haya impuesto gran parte de su programa social aprovechando la crisis. Especialmente la otra vicepresidenta Nadia Calviño, quien no se ha mostrado partidaria de tomar medidas tan electoralistas. Pero finalmente se ha impuesto el deseo de salvar la legislatura y evitar a corto plazo una crisis que erosione más al Gobierno. Y el presidente, Pedro Sánchez, es el primero que ha aceptado el programa de Iglesias.
Aún así, no se ha hecho todo lo que quería. Iglesias quiere lanzar ya su medida, y aunque no sea la que contemplaba, la venderá como una victoria. El líder de Unidas Podemos ya se ha visto aupado por alguna que otra encuesta y sabe que todo lo que haga el Gobierno en materia social se le atribuirá a él.
Ahora queda aplicar bien la medida y que ese dinero vaya realmente a donde tiene que ir y que no se dupliquen las ayudas. Las comunidades autónomas ya han puesto en marcha una serie de medidas de apoyo económico que corren el riesgo de sumarse a las que de el Gobierno. Algunas directas y otras indirectas. Quedan unas semanas de confinamiento y en breve abordaremos un verano de solicitudes, rentas y exenciones fiscales. Todo está por ver, pero que la renta mínima es una realidad está confirmado. Y hasta un millón de familias recibirán un ingreso extra de alrededor de 590 euros, menos que el salario mínimo, pero más que nada.