La Audiencia de Granada ha condenado a dos años de prisión a un hombre juzgado el pasado junio por abusar sexualmente de la hija de un amigo, una joven de 15 años que accedió a subirse a su coche para ir a comprar tabaco y a la que impidió bajarse durante horas del vehículo advirtiendo de que no le dejaría volver a casa hasta que «hicieran algo», a lo que ella se negó. Finalmente, logró escapar.
En la sentencia, y contra la que cabe recurso, se considera probado que el acusado, de 36 años, acudió el 2 de septiembre de 2015 en dos ocasiones a la vivienda de un amigo en una localidad de Granada para hablar con él. La primera vez, sobre las 17,30 horas, no lo encontró, pues solo se encontraban las dos hijas menores de edad de su pareja sentimental y se marchó.
Volvió horas más tarde, cuando estaba oscureciendo, pero esta vez, en vez de marcharse al no encontrarse su amigo allí, entabló conversación con la mayor de ellas, que en ese momento tenía 15 años. En un momento dado, el acusado le pidió que lo acompañara hasta una localidad cerca para que comprara tabaco por él en un bar donde el dueño le tenía prohibida la entrada.
Así lo hizo la menor, pero cuando se montó en el coche tras comprar tabaco para volver a casa el acusado no fue en esa dirección, sino que recorrió varios pueblos próximos pese a las quejas de la adolescente. Durante el trayecto comenzó a decirle que «le gustaba mucho, que quería que se fuera con él a vivir a Granada, que iba a dejar a su mujer y sus cinco hijos, que le gustaba desde hacía unos meses, llegándole a proponer hacer algo en ese mismo instante», agrega la sentencia. La menor se negaba, recordándole repetidamente «que tenía solo quince años y que su único deseo era volver a su casa».
No obstante, el acusado siguió insistiendo, al tiempo que la intimidaba «con no dejarla en su casa hasta que no hicieran algo o diciéndole que si contaba lo que había pasado la mataba a ella o a sus padres». Durante el trayecto, el acusado bebía y fumaba plata, impidiendo a la menor salir del turismo porque tenía los pestillos echados, mientras ella «lloraba y daba patadas».
No obstante, el acusado pasó «en un momento determinado de las palabras a los hechos», intentando repetidamente «besarla» y acariciándola. Tras horas de dar vueltas en el coche, la menor encontró la forma de salir en una zona de pinos, tirándose en el terrizo, para a continuación salir corriendo, refugiándose en una casilla abandonada. Allí pasó unas horas, sin querer volver a su domicilio por miedo a las represalias tanto de su madre como del acusado y fue localizada a la mañana siguiente en este mismo lugar.
El acusado negó estas acusaciones durante el juicio y declaró que su interés era ver a su amigo porque mantenía una deuda con él y quería que la pagase. Asegura que fue la menor quien le pidió tabaco, diciéndole que iba a comprarlo a la localidad vecina y que tras adquirirlo la dejó en la plaza del pueblo. Atribuyó la denuncia de la joven al «miedo que le tenía a su padre» y para justificar su salida del domicilio.
No obstante, la Sección Segunda de la Audiencia de Granada ha dado total credibilidad al testimonio de la joven, que el tribunal considera «firme, convincente y creíble» por más que en algún detalle concreto no fuera exactamente coincidente con lo narrado con anterioridad en la causa pues desde los hechos al juicio han transcurrido prácticamente seis años. Además de la pena de cárcel, el acusado tiene prohibido acercarse a la víctima a menos de 500 metros, así como comunicarse con ella durante cinco años.