miércoles, 27 noviembre 2024

TV3 asegura que Halloween es una fiesta catalana que han copiado los «yankis»

Un año más, con la llegada de la fiesta de Halloween, algunas voces catalanas han aprovechado para reivindicar la fiesta como propia de su cultura. Uno de los defensores de esta hipótesis es Quico Sallés, periodista y colaborador de TV3, que asegura que dicha festividad tiene sus orígenes en Cataluña, y con el paso de los años llegó a EEUU, donde se siguió popularizando. Para defender esta postura, asegura que ya se vaciaban calabazas en la Plana de Vic desde el siglo XVIII, y que es una tradición que de alguna forma se expandió de la región del Ripollet y Solsona hasta Irlanda, y desde allí, con los flujos migratorios, llegó a Estados Unidos para convertirse en una de las celebraciones más importantes del año.

Efectivamente Halloween es una fiesta de origen pagano que se celebra la víspera del Día de Todos los Santos, el 31 de octubre, y que encuentra sus orígenes en el antiguo festival celta de Samhain, en el que se celebraba el final de la época de cosechas en tierras irlandesas, y daba comienzo al solsticio de otoño, que también marcaba el inicio del año nuevo para el pueblo celta. Así pues, las raíces de la celebración son celtas, y por eso se celebra a lo grande en países anglosajones como Irlanda, Inglaterra, Australia, Canadá y Estados Unidos. En este último país logró una gran difusión cultural promovida por las costumbres de los inmigrantes irlandeses que se establecieron en estas tierras, y en la actualidad, los medios y el cine, han convertido Halloween en un evento internacional. Aunque no hay evidencias de que la tradición de vaciar calabazas para hacer caras terroríficas sea catalana, sí es cierto que a principios del siglo XX existía la costumbre de vaciar vegetales para elaborar faroles con velas dentro. Era habitual durante la Carbassada de Ripoll, por ejemplo.

Pero la de Halloween no es la única idea con la que independentismo intenta darle la vuelta a la historia para sostener sus reivindicaciones. Se están registrando en los últimos tiempos algunas alteraciones en los hechos históricos que incluso están recogidas en los libros de texto. Algunos ejemplos son el término Corona Catalanoaragonesa, o el cambio de nombre del emperador Carlos I de España y V de Alemania a Carles I de Catalunya-Aragó. Además, según defiende el Institut Nova Història, personajes como Hernán Cortés, Cervantes, Santa Teresa de Jesús y Colón, serían de origen catalán.

COLÓN Y CERVANTES ERAN CATALANES

Según Óscar Uceda, “el Estado Español en los siglos XVII y XVIII se avergonzó de que el Siglo de Oro era realmente catalán”. El presidente de la Asociación Historiadors de Catalunya asegura que como los referentes eran catalanes, el estado español destruyó los fondos documentales de Simancas, “donde están los archivos históricos, para reescribirlos diciendo que eran castellanos los autores de los hechos”. Una teoría con tintes conspiranoicos defendida por muchos.

Organismos como el Cercle Català d`Historia (CCH) y el Institut Nova Història, aseguran que el verdadero apellido de Colón, era Colom, y que su expedición con las famosas carabelas, no salió de Palos de la Frontera en Huelva, sino desde Pals, en Baix Empordá. Esta tesis no es nueva, ya se había planteado en 1930, aunque sigue teniendo fuertes defensores a pesar de que ha sido descartada repetidamente por la comunidad de historiadores. A pesar de esto, las entidades, niegan el origen genovés del explorador y afirman que el viaje en el que se descubrió América se gestó y se fijación en Cataluña. La posterior historia oficial fue una manipulación elaborada en Castilla.

Otra de las teorías que baraja y defiende el Institut Nova Història hace referencia a una de las obras más importantes de la literatura española. Según este organismo, la verdadera identidad de Cervantes podría ser Joan Miquel Sirviente, un autor originario de Jijona, y no de Alcalá de Henares. Así pues, según este giro histórico, el Quijote se habría escrito originariamente en catalán, pero la censura religiosa y política afectó profundamente al escritor, y decidió rehacer la obra en castellano.