El Papa y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se han reunido este viernes en el Vaticano durante 90 minutos en un encuentro en el que han hablado sobre refugiados, asistencia a migrantes, clima y la lucha contra la pandemia.
«En el transcurso de sus cordiales conversaciones, se ha hablado del compromiso común con la protección y el cuidado del planeta, de la situación sanitaria y la lucha contra la pandemia del Covid-19, así como del tema de los refugiados y la asistencia a los migrantes», según ha informado la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Además, también han hecho referencia durante los coloquios «a la protección de los derechos humanos, incluido el derecho a la libertad de religión y de conciencia». «Por último, las conversaciones permitieron intercambiar opiniones sobre algunas cuestiones relativas a la actualidad internacional, también en el contexto de la próxima cumbre del G20 en Roma, y sobre el fomento de la paz mundial mediante la negociación política», agregan desde el Vaticano.
La reunión entre ambos se ha extendido durante mucho más tiempo del que el Papa suele dedicar a estas citas privadas que normalmente duran una media de 30 minutos. Con Barack Obama estuvo 52 minutos y con Donald Trump, 30. En las conversaciones ha intervenido un traductor ya que Biden y el Papa no comparten ninguna lengua en común.
Tras la conversación, ha tenido lugar el intercambio de regalos que se ha alargado unos 15 minutos, incluidos en la hora y media de reunión. Biden ha obsequiado al Papa con una casulla tejida a mano en 1930, la vestimenta que usan los sacerdotes para la misa, y ha adjuntado una nota en la que se adelanta que la Casa Blanca donará ropa de abrigo a organizaciones benéficas para la Jornada Mundial de los Pobres.
Según el comunicado que ha publicado la Oficina de Prensa de la Casa Blanca, tras la reunión, Biden ha agradecido al Papa su compromiso por la defensa de las personas vulnerables, los que sufren hambre, las víctimas de los conflictos y la persecución. Además, ha elogiado su liderazgo mundial en la lucha contra la crisis climática, así como su llamamiento a un reparto equitativo de las vacunas contra la COVID-19 en el mundo «para garantizar que la pandemia termine para todos», así como su empeño en que la recuperación económica sea «global equitativa».
La delegación estadounidense -formada por el secretario de Estado, Antony Blinken, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, y la primera dama, Jill Biden, que vistió un traje azul oscuro con mantilla- ha llegado al Vaticano en torno a las 12.00 horas. Ha entrado al Vaticano por el Arco de las Campanas y se ha trasladado, pasando por los Jardines del Vaticano, hasta el Patio de San Dámaso donde Biden, nada más salir del coche, ha sido recibido por monseñor Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, que le ha saludado con un «Welcome» (bienvenido). «Es bueno estar de regreso», ha contestado Biden, tal y como se ha apreciado en las únicas imágenes que ha transmitido en vivo el Vaticano.
El Papa ha regalado a Biden un compendio de sus documentos papales, como el Mensaje de la Paz de este año y la encíclica sobre la fraternidad humana, ‘Fratelli Tutti’. Como es habitual Biden, el segundo presidente de EE UU abiertamente católico que visita al Papa, se ha reunido después con el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin y con monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha aterrizado en el aeropuerto de Fiumicino poco después de las 2.30 de la madrugada de este viernes, en el marco de su primera gira europea como jefe de Estado para participar en la cumbre del G20 de este fin de semana y en la cumbre de clima de Glasgow (Reino Unido).
Está previsto que Biden mantenga una reunión con el primer ministro italiano, Mario Draghi, así como con el presidente de la República, Sergio Mattarella y, con el presidente francés, Emmanuel Macron. Se trata del primer cara a cara entre ambos tras la crisis diplomática desencadenada por el contrato para la venta de submarinos a Australia y por el nuevo pacto defensivo en el área indo-pacífica para contener a China, iniciativas ambas en las que Francia quedó marginada.
París llegó a llamar a consultas a su embajador en Washington como señal máxima de agravio ante el acuerdo suscrito por la Administración de Biden con Londres y Canberra. Así, este encuentro, en el que se prevé que se zanje el malestar del Gobierno francés tras la ruptura de un multimillonario contrato para Francia, será uno de los momentos más importantes del fin de semana.