El reciente caso de un implante óseo consistente en una placa plana metálica con orificios, encontrado en el estómago de un cocodrilo cazado en el estado de Queensland (Australia) ha puesto de manifiesto los problemas a los que se enfrentan los forenses cuando intentan identificar restos humanos.
Dado que la placa no disponía de marcas de identificación y era compatible con usos médicos y veterinarios, las preguntas que se plantearon los expertos fueron: ¿se comió el cocodrilo a una persona que llevaba un implante quirúrgico? ¿O el implante procedía de un perro?
Este hecho demuestra que a un médico legal o forense no solo le bastará saberse de memoria un montón de libros de medicina, sino que precisará años adicionales de estudio y prácticas especializadas para poder desarrollar con éxito su tarea.
Analicemos los métodos que utilizan los expertos en medicina legal y forense para identificar cuerpos sin vida o lo que queda de ellos.
Los tres principales: huellas dactilares, dientes y ADN
Cuando se recuperan restos humanos, tradicionalmente se utilizan tres métodos científicos principales para identificar al fallecido:
- La comparación de las huellas dactilares.
- El análisis dental, que examina los dientes y cualquier modificación dental, como coronas, empastes y extracciones.
- El análisis del ADN, obtenido de los tejidos corporales.
Un altísimo porcentaje de casos se resuelven mediante estos tres métodos. Pero en algunas ocasiones es necesario recurrir a sistemas alternativos.
Los implantes y las radiografías
El descubrimiento de implantes médicos durante una autopsia también puede ser de utilidad.
En el caso concreto del cocodrilo australiano, el primer médico que revisó la placa se dedicaba a la medicina rural y rápidamente llegó a la conclusión de que la placa metálica correspondía a un implante humano colocado para soldar un hueso. Más adelante veremos cómo se demostró finalmente su procedencia humana.
También son válidas las prótesis articulares, los implantes mamarios, los marcapasos y los implantes dentales. Los investigadores pueden relacionarlos con pacientes a través de sus señales únicas, como la marca comercial, la fecha de fabricación o el número de serie.
Sin embargo, no están generalizados los registros nacionales de muchos de los implantes. En estos casos, la alternativa son ciertas imágenes como radiografías o tomografías.
Huellas y señales corporales
Las exploraciones corporales identifican signos característicos como fracturas, amputaciones, lesiones cancerosas o cicatrices quirúrgicas.
Otros rasgos físicos distintivos, como las cicatrices, las marcas de nacimiento y las modificaciones corporales (tatuajes, perforaciones, piercings, etc.) pueden ayudar a la identificación de un fallecido.
Nuevos métodos inteligentes basados en el ADN
El ADN ya puede utilizarse para conocer la ascendencia de una persona y su color de pelo, ojos y piel.
Pero aún no es factible el uso del ADN para estimar con precisión la edad y los rasgos faciales, aunque las técnicas 3D de retrato robot están avanzando a pasos agigantados.
Y volviendo al caso del cocodrilo de Australia, la conclusión fue que, como había supuesto inicialmente el modesto médico rural, la placa metálica había pertenecido a una persona y no a un perro.
El análisis de su material constructivo demostró que se trataba de un implante muy antiguo, ya que el tipo de acero utilizado no era compatible con los empleados en épocas recientes y se calculó que había sido implantado en torno al año 1960.
En esa época la práctica veterinaria no incluía la utilización de placas implantadas en animales domésticos, lo que descartaba la hipótesis canina.
Pero nunca pudo verificarse que una persona hubiera fallecido, ya que la placa podía haber sido retirada tras cierto período de tiempo. Y supuesto este último caso, otra pregunta quedó sin respuesta: ¿de qué manera llegó la placa al estómago del cocodrilo?