El vicepresidente del Gobierno ha aprovechado la falta de iniciativa de Pedro Sánchez y la crisis del coronavirus para imponer su programa social más radical. En un mes Iglesias ha sido capaz de llevar adelante medidas como el control de precios del material sanitario, prohibir que las empresas puedan despedir trabajadores a causa del coronavirus, abrir la puerta a expropiar viviendas privadas para entregárselas a los colectivos más vulnerables y está a punto de aprobar una renta básica universal, una de sus medidas estrella desde que Podemos irrumpió en el panorama político.
Todo eso en un mes y sin apenas oposición en el Gobierno, además de los sectores más vulnerables del PSOE, liderados por la vicepresidenta Nadia Calviño y acallados por Iglesias y la pasividad de Sánchez ante el desborde de la crisis de la pandemia. Así pues, sumado a la crisis económica que se avecina, el Gobierno se ha echado en brazos de medidas de corte bolivariano que buscan suplir las carencias de los ciudadanos con subvenciones. Si suben los precios, se controlan y si falta trabajo se concede una renta a base del endeudamiento del Estado. Todo un programa alejado del progresismo europeo que amenaza con elevar la deuda del Gobierno más de lo que ya está, que supera el billón de euros.
Es quizás por eso por lo que Sánchez ha presionado tanto en Europa para que se ponga en marcha un pacto de mínimos que contempla reinvertir en la sociedad de los países más afectados por la pandemia medio billón de euros como mínimo. Siempre que se gestione bien y el dinero europeo no acabe en autovías, autopistas o en cosas peores, puede que esa línea de crédito financie las medidas que Iglesias ha impuesto. Y si no, todo se pagará, no se sabe muy bien cómo.
En cualquier caso, la emergencia social que ha creado la crisis del coronavirus ha dado alas a Iglesias y ha sido capaz de llevar a cabo muchas medidas que sobre el papel afectarían a los empresarios y a los sectores más empoderados. Medidas que cuando el partido morado y el PSOE formaron el Gobierno de coalición estaban sobre la mesa pero que tenían una fuerte oposición que ha sido moldeada por Iglesias a voluntad.
El líder de Unidas Podemos incluso ha sido capaz de aprovechar la crisis del coronavirus para blindarse en la comisión de control del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) eliminando algunos resquicios legales que podrían apartarle de una posición de poder bastante considerable.
Iglesias se ha hecho fuerte. Tanto que ha sido capaz de tumbar políticamente a Calviño, su principal contrapeso en el Gobierno. Ahora funciona casi sin control y con el único objetivo de imponer su programa electoral más primario aprovechando la crisis de la pandemia. El objetivo es salir de ella con un nuevo sistema político. Algo más cercano a medidas que el presidente de Venezuela (legítimo o ilegítimo, qué más da), Nicolás Maduro, ve con buenos ojos.
Ahora incluso el Ejecutivo se ha abierto la puerta a poder expropiar las viviendas en manos privadas para entregárselas a personas desahuciadas o a mujeres maltratadas. Si no puedes pagar una casa, el Gobierno se la quita a quien sí lo ha hecho para dártela. Una medida polémica que a pesar de los torpes intentos del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, por aclararla, deja claro que el Ejecutivo, si quiere, puede expropiar la casa que considere por un tiempo limitado, pero que también crea oportuno.
Solo queda una medida que aún no ha sido capaz de aplicar: la renta básica universal. Este golpe de efecto ha sido progresivamente aceptado y tolerado en Europa y esto le ha dado vía libre a Iglesias para casi imponerla sin diálogo. Pero aún le cuesta, ya que esto será a costa de más endeudamiento del Estado. Puede que con el gran paro que se generará y con la cantidad de personas que entrarán en riesgo de exclusión social la medida se aplique, pero sus consecuencias, según otros organismos liberales que Iglesias casi desprecia, serán peores que los beneficios que traerá abrir la mano con los empresarios. Si no, siempre nos quedará la solución de Eduardo, el hermano del ministro de Consumo, Alberto Garzón: fabricar dinero para financiar nuestras necesidades.