domingo, 8 junio 2025

Ojo si Amazon te trae un paquete inesperado, porque puede ser el primer paso de una estafa

La rutina diaria, a menudo marcada por la anticipación de esa compra online que tanto ansiamos, puede verse abruptamente alterada por la llegada de un paquete anónimo, un envío que no figura en nuestro historial de pedidos y que, de entrada, nos sume en un mar de dudas. La sorpresa, sin embargo, puede tornarse en inquietud cuando el remitente es un gigante como Amazon y uno no recuerda haber pulsado el botón de ‘comprar ahora’, activando las primeras alarmas sobre un fenómeno que va más allá de un simple error de reparto.

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Lo que a primera vista podría parecer un error logístico o un golpe de suerte, esconde en no pocas ocasiones una práctica fraudulenta conocida como ‘brushing’, una estrategia cada vez más extendida que busca manipular la reputación online de vendedores poco escrupulosos y que tiene como víctima colateral al desprevenido receptor del envío. Este ardid, que se aprovecha de la complejidad de los ecosistemas del comercio electrónico, pone de manifiesto la vulnerabilidad del consumidor frente a tácticas diseñadas para engañar tanto a los usuarios como a los algoritmos de las propias plataformas, un juego de apariencias donde no todo lo que llega a nuestra puerta es lo que parece.

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EL MISTERIO DEL PAQUETE FANTASMA: ¿UN REGALO INESPERADO O UNA SEÑAL DE ALARMA?

Fuente Pexels

La escena se repite con una frecuencia que empieza a ser preocupante: un mensajero llama a la puerta o deposita en el buzón un paquete de dimensiones reducidas, cuyo contenido suele consistir en artículos de escaso valor, como fundas de móvil de saldo, pequeños artilugios electrónicos de origen dudoso o accesorios para el hogar que jamás solicitaríamos, llegan a nuestro buzón sin previo aviso, generando una mezcla de confusión y, por qué no decirlo, una pizca de curiosidad inicial. En muchos casos, el embalaje luce el logotipo de Amazon o de otros conocidos marketplaces, lo que añade una capa de legitimidad aparente al envío, dificultando la sospecha inmediata.

Sin embargo, tras la sorpresa inicial y la ausencia de un cargo bancario asociado, la perplejidad da paso a la mosca detrás de la oreja. La repetición del fenómeno o el simple sentido común nos alertan de que algo no encaja, pues la logística de un coloso como Amazon, aunque no infalible, raramente comete errores de esta naturaleza de forma sistemática sin una explicación subyacente más compleja. Es en este punto donde la palabra ‘brushing’ comienza a resonar, desvelando una operativa que, aunque no nos afecte económicamente de forma directa en un primer momento, sí tiene implicaciones que van mucho más allá de la anécdota.

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