En la era digital en la que vivimos, la privacidad se ha convertido en un bien tan preciado como escurridizo, especialmente cuando hablamos de nuestros compañeros inseparables: los teléfonos inteligentes. Muchos usuarios creen que desactivar el GPS de su móvil es suficiente para evitar ser localizados, pero la realidad es bastante más compleja y, a menudo, inquietante, revelando un entramado de seguimiento que va mucho más allá de ese pequeño icono en la pantalla. Este desconocimiento generalizado es, precisamente, el caldo de cultivo perfecto para que las grandes tecnológicas continúen recopilando datos de nuestra ubicación sin que seamos plenamente conscientes de ello.
La sensación de control que nos proporciona apagar el servicio de localización satelital es, en gran medida, una ilusión cuidadosamente orquestada. Las compañías detrás de los sistemas operativos más extendidos, como son Google con Android y Apple con iOS, han desarrollado métodos alternativos y notablemente eficaces para triangular nuestra posición, incluso cuando hemos indicado expresamente que no deseamos compartirla mediante el sistema de posicionamiento global. Estos mecanismos, que operan en segundo plano, se basan en tecnologías tan cotidianas como las antenas de telefonía o las redes WiFi que nos rodean, convirtiendo nuestro entorno en un mapa detallado de nuestros movimientos para quien sepa interpretarlo.
1EL GRAN ENGAÑO: MÁS ALLÁ DEL ICONO DEL GPS

La creencia popular de que el control sobre nuestra ubicación reside únicamente en el interruptor del GPS es uno de los mitos tecnológicos más extendidos y, paradójicamente, uno de los más fáciles de desmontar si se profundiza un poco. Desactivar esta función en nuestro móvil ciertamente impide que el dispositivo utilice las señales de los satélites para determinar nuestra posición con alta precisión, pero esto no significa en absoluto que nos volvamos invisibles para el sistema. Las aplicaciones y el propio sistema operativo disponen de un arsenal de recursos para seguir obteniendo información geográfica, aprovechando la infraestructura de comunicaciones que nos envuelve constantemente y la propia naturaleza conectada de estos aparatos.
Este escenario plantea una reflexión importante sobre el consentimiento informado y la transparencia en el uso de nuestros datos personales. Aunque los términos y condiciones de uso suelen mencionar estas prácticas de recopilación de datos de forma genérica, la mayoría de los usuarios no son conscientes del alcance real de este seguimiento cuando el GPS está teóricamente inactivo. La comodidad de los servicios basados en la localización a menudo nos lleva a aceptar estas condiciones sin una lectura detallada, sin percatarnos de que nuestro móvil sigue comunicando información valiosa sobre dónde estamos, incluso cuando pensamos que hemos puesto barreras a dicha práctica.