Vivimos rodeados de pantallas, una extensión casi natural de nuestras vidas que ha conquistado también el interior de nuestros vehículos. Lejos quedan aquellos salpicaderos analógicos, ahora dominados por interfaces táctiles que prometen conectividad y entretenimiento, pero que esconden un riesgo cada vez más evidente en nuestras carreteras. La DGT lleva tiempo alertando sobre los peligros de las distracciones al volante, y aunque el teléfono móvil ha sido el principal señalado durante años, una nueva amenaza silenciosa se cobra cada vez más protagonismo en las estadísticas de siniestralidad.
La comodidad de tener el mundo al alcance de un dedo mientras conducimos se ha convertido en una trampa peligrosa. Manipular el navegador GPS, ajustar la climatización a través de un menú digital o simplemente cambiar de canción en la pantalla central del coche son gestos aparentemente inofensivos que, sin embargo, apartan nuestra atención de lo único que debería importarnos: la carretera. Es una realidad incómoda pero innegable, la tecnología que nos facilita la vida fuera del coche puede convertirse en un enemigo letal dentro de él, y las cifras de accidentes relacionados con estas acciones empiezan a ser alarmantes, superando incluso a las provocadas por el uso del móvil mientras se conduce.
2MÁS ALLÁ DEL MÓVIL: LAS CIFRAS QUE LA DGT NO QUIERE QUE IGNORES

Aunque cuantificar con exactitud cuántos accidentes se deben exclusivamente a manipular la pantalla del coche es complejo, los estudios y análisis de siniestralidad apuntan en una dirección clara. Las distracciones en general son una de las principales causas de accidentes mortales en España, y dentro de este grupo, el manejo de dispositivos electrónicos mientras se conduce gana un peso preocupante. La propia DGT ha señalado en diversas campañas informativas cómo estas nuevas formas de distracción compiten peligrosamente con el uso del teléfono móvil, un enemigo conocido contra el que se ha legislado y concienciado extensamente durante años, pero cuya peligrosidad podría estar siendo igualada o incluso superada por estas interacciones aparentemente más integradas en el vehículo.
El impacto en la seguridad vial es directo y medible en términos de tiempo de reacción y distancia recorrida a ciegas. Se estima que marcar una ruta en el navegador puede llevar varios segundos, tiempo durante el cual, a una velocidad de autopista, se recorren cientos de metros sin prestar la debida atención al entorno. Es una distancia enorme, suficiente para que el escenario del tráfico cambie por completo y nos encontremos inmersos en una situación de peligro sin haberla visto venir, una ruleta rusa tecnológica a la que muchos conductores juegan sin ser plenamente conscientes del riesgo que asumen y hacen asumir a los demás. Las advertencias de la DGT sobre este particular son constantes.