lunes, 28 abril 2025

La OMS revela la verdadera plaga silenciosa que te enferma cada cierre de año, y no es ningún virus conocido

La plaga comienza al cierre del año que suele traer consigo una mezcla de balances, propósitos y, para muchos, una sensación de agotamiento que va más allá del simple cansancio festivo. Solemos achacar los catarros, la fatiga y ese malestar generalizado a los virus estacionales o al estrés de las celebraciones, pero hay algo más profundo cociéndose bajo la superficie, una especie de plaga silenciosa que debilita nuestras defensas justo cuando más las necesitamos, y diversas investigaciones y datos globales, a menudo compilados o analizados por organismos como la OMS, apuntan a factores que a menudo pasamos por alto. No se trata de un nuevo patógeno exótico ni de una mutación vírica desconocida, sino de enemigos mucho más íntimos y cotidianos que minan nuestra salud de forma constante y sigilosa.

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Este fenómeno, que parece intensificarse con la llegada del frío y los días más cortos, tiene raíces bien identificadas por la comunidad científica, aunque no siempre se les da la visibilidad que merecen fuera de los círculos especializados. Hablamos del impacto combinado del estrés crónico acumulado a lo largo del año y la drástica reducción de nuestra exposición a la luz solar, con la consiguiente caída en los niveles de vitamina D. Estos dos factores, actuando en concierto, crean el caldo de cultivo perfecto para que nuestro sistema inmunitario flaquee, dejándonos vulnerables no solo a infecciones comunes, sino a un estado de baja energía y ánimo que muchos confunden con la normalidad invernal. Es hora de poner el foco sobre esta realidad y entender por qué nos sentimos así cada final de ciclo anual.

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PLAGA QUE DEJA LAS DEFENSAS BAJO MÍNIMOS: CUANDO EL CUERPO PIDE UNA TREGUA

Fuente: Freepik

Nuestro sistema inmunitario es una maquinaria compleja y extraordinariamente eficaz, pero no invulnerable. Requiere equilibrio, descanso y los recursos adecuados para funcionar a pleno rendimiento, condiciones que el estrés crónico y otros factores asociados al estilo de vida moderno a menudo comprometen seriamente. Cuando las defensas bajan, no solo somos más propensos a coger el típico resfriado o la gripe que circula en la oficina o en el transporte público, sino que también podemos experimentar una reactivación de virus latentes, como el herpes, o una mayor dificultad para recuperarnos de cualquier dolencia, por leve que sea. La sensación de estar siempre «a punto de caer enfermo» es un síntoma claro de que algo no va bien en nuestra primera línea de defensa.

Esta vulnerabilidad incrementada no es una percepción subjetiva, sino una realidad fisiológica. La falta de sueño reparador, a menudo consecuencia directa del estrés, también juega un papel crucial, ya que durante el descanso nocturno se producen procesos esenciales para la función inmunitaria, incluida la producción de citoquinas protectoras y la consolidación de la memoria inmunológica. Es un círculo vicioso: el estrés dificulta el descanso y la falta de descanso debilita aún más al sistema inmune, dejándolo expuesto. La OMS ha señalado repetidamente la importancia del sueño y el manejo del estrés como pilares fundamentales de la salud pública, aunque a menudo se subestimen en la vorágine diaria. La conexión entre salud mental y física es innegable y central en este panorama.

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