General Dynamics European Land Systems (GDELS) es en teoría la filial europea del coloso estadounidense General Dynamics (GD). No obstante, la firma con sede en Madrid no es más que una sociedad instrumental que, según documentación auditada y fuentes sectoriales, «carece de actividad operativa directa», más allá de facturar a las auténticas unidades industriales del grupo General Dynamics en Europa. La firma es tan peculiar que se trata de una empresa unipersonal, con un administrador único: Antonio Bueno, el hombre fuerte de GD.
La propia memoria 2023 de GDELS lo admite sin dar lugar al margen de duda. La facturación procede íntegramente de los servicios prestados a otras empresas del grupo, como Santa Bárbara Sistemas (SBS), GDELS-Steyr o Mowag. En el mismo ejercicio, llegó a facturar más de 8,4 millones a SBS sin detallar el concepto concreto, salvo vagos epígrafes de «gestión» y «servicios corporativos».
Situando la lupa del análisis contable en el gasto operativo de esta estructura, GDELS facturó casi 30 millones de euros en 2023, de los cuales sólo 4,78 millones se destinaron a salarios para una plantilla de 23 empleados. Es decir, cada uno de los empleados cobra de media 170.000 euros brutos anuales, pero las nóminas de la cúpula, con Antonio Bueno a la cabeza, junto con los vicepresidentes, podrían superar los 300.000 euros. La empresa, en contra de la normativa vigente, no facilita las retribuciones de los puestos de la alta dirección.
GDELS Y LOS VIAJES DE LUJO DE BUENO SIN UNA PATENTE
Los más de 20 millones de euros que conforman el resto del gasto quedan diluidos en conceptos genéricos como «servicios corporativos», que no generan producto, ni propiedad intelectual, ni empleo industrial. Según fuentes cercanas a Santa Bárbara Systems, Antonio Bueno y el resto de la cúpula destinan más de 10 millones anuales a la partida de gastos de representación de alto nivel. La lista incluye los vuelos ejecutivos, hoteles y restaurantes de cinco estrellas, dietas y alojamiento a cargo de las filiales operativas como Santa Bárbara Sistemas (SBS), que sólo en 2023 absorbió más de 8,4 millones de estos costes indirectos.
Así las cosas, una parte sustancial de su presupuesto destinado a defensa acaba cubriendo gastos de lujo y sin retorno estratégico alguno, más cuando los costes son repercutidos al gran cliente, el Ministerio de Defensa de España, es decir, a los contribuyentes españoles.

Antonio Bueno, administrador único de esta estructura empresarial y figura omnipresente en cada consejo, muestra una aportación industrial etérea. En registros oficiales, no consta ni una sola patente en España a nombre de GDELS, ni actividad de I+D propia. La empresa ni siquiera está inscrita en el Registro Oficial de Licitadores y Empresas Clasificadas del Estado (ROLECE), lo que impide que contrate directamente con la Administración, pese a su insistente papel de interlocutor.
Mientras tanto, la verdadera actividad industrial -la que genera empleo, tecnología y defensa real- se lleva a cabo en las unidades productivas como SBS (España), Mowag (Suiza), Steyr (Austria) o Kaiserslautern (Alemania). Estas sociedades son las encargadas de entregar los vehículos blindados, sistemas de puente o vehículos de combate, pero en ningún caso no GDELS con sede en Madrid.
LA FACHADA DE GDELS DE ANTONIO BUENO EN ESPAÑA
De esta forma, GDLES no es más que una carcasa administrativa, sin productos propios, sin patentes ni propiedad intelectual, pero amenaza con deslocalizar capacidad industrial española, como si estuviera hablando de un activo propio y no de una externalidad del sistema.
El movimiento se produce en un contexto geopolítico tensionado y con una enorme incertidumbre en Europa, que se replantea su autonomía estratégica y donde incluso Francia y Alemania reclaman «campeones nacionales de Defensa», España no puede permitirse el lujo de continuar sus operaciones a través de intermediarios sin músculo ni arraigo, que fagocitan recursos y sin crear nada tangible.
Ante este panorama, la pregunta crucial es: ¿Quién necesita GDELS, salvo su propio administrador? En el mundo de la Defensa, donde cada euro invertido debería traducirse en soberanía, disuasión y tejido industrial, sorprende descubrir estructuras empresariales que operan más como una fachada corporativa antes que un verdadero actor industrial.

A la sombra de esta estructura, Santa Bárbara Systems, buque insignia español del grupo, ha sido sometido en los últimos años a un profundo proceso de transformación que ha laminado su diversidad industrial. Así las cosas, bajo la batuta de Antonio Bueno, la compañía ha salido progresivamente de segmentos como la artillería, la munición o la pólvora, cerrando y vendiendo fábricas históricas en Palencia, Murcia, La Coruña o Granada.
Con Antonio Bueno, SBS se ha concentrado en el negocio de vehículos blindados, que ofrece más margen y visibilidad internacional, pero también más dependencia de programas concretos y tensiones laborales crecientes, como las vividas en la planta de Alcalá de Guadaíra, epicentro de las protestas por despidos y traslado de producción a Asturias a comienzos de 2022.
LOS 21 DESPIDOS EN GDELS, INACEPTABLES PARA DEFENSA
Se contabilizaron un total de 21 despidos, uno por razones disciplinarias y 20 por reorganización de la compañía, que llevaron a la planta sevillana a jornadas de huelga en marzo de aquel año y a que, como indicó Europa Press, «Defensa califica de no aceptable» estas rescisiones la empresa filial de GD y que llevaron al alcalde de Sevilla y a la alcaldesa de Alcalá de Guadaíra a apoyar enérgicamente a los trabajadores fulminados y a los que protestaban por sus despidos exigiendo la reversión de aquellos.
SBS procedió al despido de 155 empleados de la Empresa de Trabajo Temporal en 2022
Apenas cinco meses después, SBS procedió al despido de 155 empleados de la Empresa de Trabajo Temporal (ETT) de la fábrica de Trubia después de que Inspección de Trabajo determinara que no podían trabajar como ETT en los talleres de soldadura y estando expuestos a elementos potencialmente cancerígenos y peligrosos. Los trabajadores respondieron con una huelga parcial de cuatro días en la fábrica de armas, parando cuatro horas para exigir a la compañía que diese cuanto antes una solución a los 155 trabajadores de ETT despedidos.
La falta de sintonía en materia de recursos humanos entre las fábricas y la dirección ha sido la tónica durante todos estos años, prácticamente la totalidad de la plantilla de Santa Bárbara Sistemas en la fábrica de Trubia secundó el 18 de julio de 2023, la primera de las jornadas de huelga a la que habían sido llamados los trabajadores de la fábrica de armas ante el bloqueo de la dirección de la negociación colectiva. En julio de 2024 se repitieron los paros en el mismo lugar bajo el lema ‘Mismo trabajo, mismo salario‘.
PROTESTAS DESDE 2022 Y EL TEMOR A REPRESALIAS EN GDELS
El verano de 2024, según fuentes sindicales, marcó una nueva forma de llevar a cabo la destrucción de empleo. La dirección de Antonio Bueno llevó a cabo un recorte de personal selectivo, poco a poco, para evitar una reacción aireada por parte de los sindicatos, especialmente con convocatorias de paros o huelgas. En el tercer trimestre de 2024 fueron despedidas tres personas de la fábrica de Sevilla, luego le llegó el momento al centro de ingeniería de Madrid con otros dos ingenieros a la calle. En el primer trimestre de 2025 este incesante goteo no se detuvo y fueron tres en la fábrica de Trubia.
Fuentes de la empresa, que mantienen el anonimato por temor a represalias, han afirmado que existen listas, pero la empresa ha preferido parar líneas, como ocurre con una de las 20 de la fábrica de Trubia, siguiendo los consejos de los asesores en comunicación de GDELS, quienes consideraron inoportuno realizar despidos en pleno desarrollo del plan de defensa del Gobierno y de Europa.
La reorientación de la estructura empresarial, centrada únicamente en el vehículo blindado, tiene como objetivo incrementar los márgenes a corto plazo, pero ha erosionado capacidades industriales críticas para la autonomía estratégica de España. El desmantelamiento silencioso de líneas de producción esenciales, y la concentración de decisiones en una sociedad sin operativa como GDELS-Madrid, cuestionan el equilibrio entre rentabilidad y soberanía. Mientras se proclama la necesidad de «industria de Defensa nacional», el músculo productivo se reduce y se gestiona desde oficinas que no fabrican nada.