España esconde entre sus pliegues geográficos auténticas joyas que esperan ser descubiertas, lugares donde la orografía desafía la lógica y regala panorámicas que cortan la respiración. Uno de esos tesoros inesperados se alza en la provincia de Jaén, un municipio que parece flotar sobre el vacío, aferrado a la roca como si temiera desprenderse hacia el abismo que custodia. Es una imagen poderosa, casi irreal, que invita a preguntarse cómo la vida pudo arraigar en un emplazamiento tan espectacular y vertiginoso, un balcón natural al corazón de Andalucía.
Alcalá la Real se presenta así, como una promesa de emociones fuertes y belleza indómita, coronada por la silueta inconfundible de su Fortaleza de la Mota. Este bastión histórico no es solo piedra y memoria, sino el vigía incansable de un paisaje sobrecogedor que se despliega a sus pies, un lienzo de olivares y horizontes lejanos que cambia con cada luz del día. Acercarse a este enclave es iniciar un viaje no solo físico, sino también temporal y sensorial, donde cada rincón susurra historias de fronteras, batallas y una convivencia tallada por la propia naturaleza del terreno escarpado.
1ALCALÁ LA REAL: EQUILIBRIO IMPOSIBLE SOBRE EL TAJO
La primera impresión al divisar Alcalá la Real a lo lejos es de asombro puro, casi de incredulidad ante la audacia de su emplazamiento. El núcleo urbano parece descolgarse por la ladera de un cerro abrupto, culminando en un promontorio donde la Fortaleza de la Mota se erige desafiante, dominando el conocido como Tajo de Alcalá, una garganta natural que acentúa la sensación de estar suspendido. Esta disposición no es casual, responde a siglos de necesidad defensiva en una zona históricamente fronteriza, un lugar estratégico codiciado por distintas civilizaciones que supieron aprovechar la protección natural ofrecida por el terreno. La provincia de Jaén guarda así un ejemplo magistral de adaptación humana al medio más exigente.
El entramado de calles que desciende desde la fortaleza es un laberinto de cuestas empinadas y recovecos que se adaptan al relieve con una plasticidad sorprendente, ofreciendo perspectivas únicas a cada paso. Las casas encaladas, típicas de la arquitectura andaluza, parecen sujetarse unas a otras buscando apoyo en la pendiente, creando una estampa urbana de una belleza singular y vertiginosa. Pasear por Alcalá la Real es, en cierto modo, sentir la fuerza de la gravedad de una manera distinta, una experiencia que mezcla el encanto de lo tradicional con la adrenalina de asomarse constantemente a vistas impresionantes, un rasgo distintivo de este rincón de Jaén.